El Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT) estaría en condiciones de apoyar a los productores de tomate del estado de Sinaloa y San Luis Potosí, y evitar pérdidas millonarias por casi 40 millones de dólares que se presenta a causa de la invasión de la bacteria Clavibacter michiganensis subsp michiganensis, la cual produce heridas en el tallo del tomate, inhibe el crecimiento y se marchita.

Al respecto el investigador Ángel Gabriel Alpuche Solís, comentó que el trabajo se desarrolla a través de la División de Biología Molecular donde se busca extraer genes de tomates silvestres y se rescatan genes ancestrales tolerantes a enfermedades como el “chancro” o cáncer del tomate comercial, situación que se está revirtiendo con diagnósticos moleculares más certeros creados en el IPICYT y por métodos de control biotecnológicos y bio-racionales.

“Estos métodos de diagnóstico de enfermedades se basan en extraer el ácido nucleico (ADN) de la planta y tienen la ventaja que incluso antes de que veamos síntomas en el tomate o el chile, podemos saber qué enfermedad está presente. Conseguimos apoyo de la Fundación Produce SLP para ofrecer este sistema de diagnóstico inicialmente a agricultores de San Luis Potosí y actualmente a través del Laboratorio Nacional LANBAMA a todo el país; identificamos hongos, bacterias y virus de plantas”, indicó Ángel Alpuche, quien también es coordinador del LANBAMA.

Detalló que Pablo Lara, estudiante de doctorado del IPICYT encontró que existen 13 genes del tomate que tienen que ver con su sistema de defensa y mediante el análisis funcional desarrollado por Mayra Esparza, se apagó el gen del tomate silvestre mediante un proceso llamado silenciamiento mediado por RNA de interferencia.

Al silenciarse y después de introducir en la planta la bacteria, se le quita el escudo al tomate por lo que se hace susceptible, “con lo cual se demuestra la participación de ese gen en el proceso de defensa en tomate”, indica Ángel Gabriel Alpuche.

Después, la estudiante Mireya Rodríguez toma ese gen y lo sobreexpresa genéticamente (lo produce en grandes cantidades) en un tomate susceptible, para ver si le confería resistencia (se adiciona el escudo) y posteriormente, otra estudiante del IPICYT Norma Luna, ya con la generación 2 de este tomate modificado (T2) demuestra que la planta se hace resistente, recuerda el coordinador del Laboratorio Nacional de Biotecnología Agrícola, Médica y Ambiental (LANBAMA).

Por último, Ángel Gabriel Alpuche Solís explica que los ensayos en invernadero de plantas de tomate comercial modificadas han demostrado que es posible generar resistencia al cáncer bacteriano; sin embargo, se siguen estudiando más genes de defensa de tomates silvestres por parte de su alumno Leonardo Bristaín a fin de tener una mayor batería de “escudos” que protejan mejor a la planta.

sergio.marin@clabsa.com.mx

apl

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