La madre de Angelina Jolie luchó contra el cáncer de mama por más de una década, pero perdió la batalla a los 56 años; fue la misma historia en el caso de su abuela y su tía. Angelina intuyó que debido a este historial, quizá, ella tendría un mayor riesgo que la población en general de padecer la enfermedad que tan solo en 2015 cobró la vida de 571 mil personas en todo el mundo, según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud. Jolie acudió a la ciencia y se hizo una prueba genética que analiza alteraciones en los genes BRCA1 y BRCA2, cuya función en los humanos es reparar el material genético y evitar así la formación de tumores.

En ocasiones, cuando los genes BRCA1/2 cambian o mutan, dejan de trabajar como deberían y, por lo tanto, aumenta la probabilidad de desarrollar tumores. La mala noticia para Angelina fue que, en efecto, su gen BRCA1 presenta una mutación que la hacía 87% más susceptible al cáncer de mama.

En general, el Instituto Nacional del Cáncer (NIH, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos señala que entre el 55 y 65% de las mujeres con mutaciones perjudiciales en el gen BRCA1 padecerán cáncer de mama en algún momento de su vida; mientras que para las alteraciones dañinas en el gen BRCA2 el cálculo es del 45%.

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