Andrés Manuel López Obrador (AMLO) puede contradecirse –o contradecir a sus cercanos– en temas como el del nuevo aeropuerto o la renegociación del TLCAN, pero en uno ha sido muy consistente: el de cancelar la reforma energética del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Una de las señales más importantes que esperaban los inversionistas la dio el viernes pasado con la designación de los nuevos directores generales de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Octavio Romero y Manuel Bartlett.

Romero y Bartlett son dos incondicionales de Andrés Manuel López Obrador y lejos de ubicarse entre los moderados del equipo del virtual presidente electo están del lado de los radicales, donde harán mancuerna con la futura secretaria de Energía, Rocío Nahle, cuyo discurso contra la reforma energética ha enarbolado desde su curul en la Cámara de Diputados, abanderada por Morena.

Los cambios en el sector energético son una de las pruebas de fuego más importantes del nuevo gobierno para mantener una “buena” relación con los mercados y, sobre todo, generar confianza en el mediano plazo. Decisiones radicales, como cancelar los contratos que ya se otorgaron a las empresas privadas, mexicanas y extranjeras, o suspender por completo las alianzas de Pemex con privados (farmouts), las rondas de hidrocarburos o las subastas eléctricas, podrían significar un punto de no retorno.

Por eso, el nombramiento de los futuros directores generales de las dos empresas productivas del Estado era tan esperado por los inversionistas. Los perfiles de Octavio Romero y Manuel Bartlett, sin embargo, no cumplen con las características técnicas o incluso administrativas que demanda una dirección general de Pemex o la CFE. En el primer caso, se trata de un buen amigo y paisano de Andrés Manuel López Obrador, quien fue su oficial Mayor cuando encabezó la jefatura de Gobierno del otrora Distrito Federal. Romero es ingeniero Agrónomo por el Colegio Superior de Agricultura Tropical de Cárdenas, Tabasco. Fue alcalde y diputado federal, así como consejero Nacional del PRD.

Romero se ha pronunciado en varias ocasiones sobre la reforma energética, pero fue en agosto de 2014, cuando en su calidad de presidente del Consejo Político Estatal de Morena se lanzó contra los cambios que impulsó la administración federal actual tras firmar el llamado Pacto por México. Por aquellos días, Romero presumía que el partido fundado por AMLO había sumado 185 mil firmas para cancelar la reforma.

“Hoy es un día negro para el país, debido a que se consuma la traición a la patria con la publicación de las leyes secundarias de la reforma energética. Queda consumado el entreguismo del gobierno de Peña Nieto, de los Diputados y Senadores del PRI, PAN, PVEM y PANAL que le están entregando la mitad de nuestra riqueza a los extranjeros”, dijo.

Luego añadió: “No se va a descansar hasta revertir la reforma… Morena reunirá los dos millones de firmas para que la Suprema Corte de Justicia autorice la consulta y se le pregunte a los mexicanos si están de acuerdo o no en que se le entreguen las concesiones a los extranjeros”.

Hasta ahora, Andrés Manuel López Obrador no ha hablado de hacer una consulta pública –como lo pretende hacer con el Nuevo Aeropuerto Internacional de México– sobre si mantener o cancelar la reforma energética, pero no suena descabellado toda vez que buscará legitimar, mediante el apoyo popular, todas las decisiones trascendentales para el futuro del país.

Manuel Bartlett, quien dirigirá la CFE a partir del próximo 1 de diciembre, es otro ejemplo de radicalismo frente al tema de la reforma energética. El actual senador por el Partido del Trabajo carga a cuestas con la polémica “caída del sistema” del 6 de julio de 1988, cuando fue titular de la Secretaría de Gobernación, y más recientemente por ser uno de los más férreos opositores a la “privatización” del sector energético.

En 2016, Bartlett y la investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM, Rosío Vargas, publicaron el libro Reforma energética: el poder duro y consensuado para imponerla, en el cual aseguran que ésta responde, entre otras cosas, “a la negociación política de las elites de Canadá, México y Estados Unidos para permitir que este último extraiga los hidrocarburos de la región a favor de garantizar su seguridad energética”.

En el segundo capítulo, La destrucción del sector energético mexicano, exponen que “la pérdida de la renta petrolera es consecuencia de la transformación de Pemex en una empresa productiva del Estado, situación que la colocó en condiciones desventajosas frente a las corporaciones trasnacionales en los procesos de licitación que el Estado mexicano abrió para la extracción de hidrocarburos en el territorio nacional”.

Así que, si AMLO no cae en contradicciones o se transforma en un político moderado a partir del 1 de diciembre, los inversionistas y el mercado podrían esperar lo que tanto temían: la cancelación de la reforma energética.

Posdata. Dice Rocío Nahle, la futura secretaria de Energía, que recortarán el presupuesto que tienen los sindicatos de Pemex y la CFE. Por lo pronto, Bartlett ya inició conversaciones con Martín Esparza y el Sindicato Mexicano de Electricistas, enemigos naturales del SUTERM que encabeza Víctor Fuentes. Romero, por su parte, asegura que la relación con el sindicato petrolero que encabeza Carlos Romero Deschamps, a quien AMLO considera uno de los pilares de la corrupción, será buena. Así las cosas.

En la fotografía: Manuel Bartlett y Octavio Romero.

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