Es difícil de entender lo que sucede hoy con el bullying.

Todos recordamos que durante nuestra infancia, en la escuela, siempre había compañeros de salón abusivos, agresivos o que simplemente se divertían molestando a los demás. Seguramente esto sucedió siempre y en todo el mundo.

Sin embargo, hoy hay un nuevo componente, que es el exhibicionismo.

Los agresores de hoy suben a redes sociales la grabación en video de su fechoría, como si ese comportamiento delictivo fuese motivo de orgullo.

Al conocer el video de la agresión de un adolescente sobre su compañera de salón en la escuela Leona Vicario, de Puerto Morelos, Quintana Roo, se percibe un afán de notoriedad por parte del agresor, al describir éste que hubo un empate en la gresca entre él y su compañera y pareciera que narra un acontecimiento deportivo.

Sin embargo, también hay un nuevo video donde el agresor de la joven es atacado por sus compañeras, sin saberse cual suceso fue primero.

Han circulado videos de agresiones e incluso de violaciones sexuales, así como sesiones de tortura entre grupos delincuenciales que utilizan las redes sociales para enviar mensajes explícitos a sus enemigos, no con amenazas verbales, sino exhibiendo hechos.

¿Qué tanto los dispositivos y las redes sociales están modificando, por una parte, la conducta de las nuevas generaciones, como también los valores morales?
Seguramente hay significados inconscientes que nacen a partir de la posibilidad de subir a redes sociales lo que nosotros consideramos relevante y compartirlo públicamente.
La búsqueda de “likes” hoy es un motivador que genera competencia y proactividad pública.

La violencia exhibida en redes sociales es un tema de mucha relevancia, pues como sociedad hemos puesto atención sólo en los hechos difundidos, pero no en el impacto que las redes sociales están generando en las nuevas generaciones, creando conductas, hábitos, motivaciones, creencias e incluso guiando las expectativas de vida.
Pareciera ser que la “educación en la vida” ya no se da en la escuela, menos aún en la familia y quizá tampoco en la calle, que eran los tres ámbitos decisivos en la formación moral de las generaciones anteriores. Seguramente hoy la formación moral y emocional llega a través de las redes sociales.

Es muy importante que la SEP, como la institución que trabaja por la formación intelectual y supuestamente moral, de niños y jóvenes, cree un área de estudios sobre la conducta, a partir de las nuevas tecnologías, a fin de tomar las decisiones que fuesen necesarias.

¿Usted cómo lo ve?

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