En días pasados tuve una sensación de extrañeza y nostalgia hacia cierta información que leí en Twitter. En primer instancia no le di importancia al tweet que me había aparecido en la sección de noticias, pero enseguida mis recuerdos se alborotaron como si un panal de abejas hubiera sido golpeado. Fue entonces que recordé lo que me trajo a escribir el texto de hoy.
La cuenta del Atlético de San Luis firmó: “Cómo se extrañan los viernes de Fut en el #Lastras”, a lo cual mi espectro asintió sin dejar duda de que lo escrito originaría un ambiente melancólico entre lo que sucedía hace una década y lo que –no– pasa ahora.
Fue justo hace 12 años que el balompié profesional mexicano le dio la oportunidad al plantel potosino de ilusionarse con un campeonato. Por difícil que pudiera parecer, muchos recordarán aquel año donde el equipo no descendió e incluso le alcanzó para ser subcampeón.
Increíblemente Dorados también había clasificado a los cuartos de final, pero al haber hecho menos puntos que los de Raúl Arias, descendieron por el sistema de cocientes, un protocolo lleno de injusticia que hasta la fecha sigue vigente. De las cosas que nunca se podrán extrañar aunque se extingan.
En aquella época debí haber sido un adolescente, uno que creyó –irrazonablemente– que el plan perfecto para festejar el 10 de mayo con mi madre sería estar en casa viendo algo histórico, una cosa que pocos hubieran imaginado pero que por distintos motivos sucedió. Y aquello era el partido desde “La Bombonera”, donde en plena semifinal el Toluca recibía al San Luis.
Por cierto, solo para que quede claro y para evitar los juicios a los que podrían someterme, el festejo debido a mi mamá ocurrió, aunque también estuve atento a las obligaciones que adquirí desde niño al convertirme en un aficionado serio y formal, no tanto como esos pocos que visten de traje en partidos importantes y cantan de pie el himno nacional, pero sí de los que respetan el horario de juego con la veladora puesta.
¡Cómo se extrañan esos días! Es verdad, Atlético de San Luis. Se echan mucho de menos y puedo imaginar la sensación de añoranza que rodea a muchos seguidores que, a pesar del cambio de colores, nombres del equipo, motes, directiva y jugadores, siguen ahí con un apoyo envidiable.
Esas andanzas de liguilla que la escuadra llenó de anhelos en plena primavera, donde se pasó del sufrimiento al delirio más contrastante en tan solo unas semanas. Un mayo que casi nadie habrá olvidado y que muchos quisieran volver a ver en un futuro cercano.
Con respecto a la situación que el Atlético de San Luis vive, estoy consciente de que los esfuerzos se han replicado para conseguir los objetivos del proyecto, de eso no me cabe duda y tampoco quisiera que se confundieran con esto que escribo. Solo me interesa reafirmar lo redactado en sus redes sociales, un ambiente de pesar que mucha gente quisiera cambiar por uno de dicha.
Sin embargo, por el apoyo de la gente no tendrán que sufrir tanto. Los aficionados estarán con el equipo, comprarán boletos y seguirán como la mejor afición del ascenso, padecerán y soportarán nuevamente las tempestades que se presenten. Porque las personas extrañan, como la cuenta de Twitter lo rotuló, la gente paraliza los tiempos que mejor ha vivido. Por eso, y muchas otras cosas más, continúan con la cuadrilla auriazul.
Cada día falta menos para iniciar una nueva temporada, para transitar esa larga senda que durará un año hasta que se produzca otro lugar en la primera división, pero por ahora solo toca revivir los buenos momentos, de los mejores que ha transitado esta ciudad al lado de un equipo de futbol. Toca evocarlos en días como estos porque la plaza nunca ha dejado de ser histórica ni grande. ¡Cómo se extraña al San Luis, cómo se extraña!
Aldo Casas.