Desde hace algunos días empecé a pensar sobre el tema de estas líneas, y no fue hasta ayer que la mente se me aclaró para escribir un sentir que merece entintar un lienzo tan puro como el pie del mejor futbolista del mundo. Hablo de mi tocayo Lionel Andrés Messi.

Seré breve en esta ocasión. Como ya sabrán, hoy se cumplen 14 años del debut del argentino con la camiseta del club blaugrana, una historia que comenzó mucho antes de esa anécdota y que la mayoría también recuerda. Aún era muy chico, provenía de las inferiores de Newell’s y tenía problemas con su estatura, en fin. Siempre recordaremos esa sección del cuento.

En aquella ocasión Messi jugó por primera vez con el plantel titular y entró de cambio por otro grande del club: Deco, además de haber sido el anotador del encuentro, chocó manos y le dio una pequeña palmada en la espalda que en ese entonces cargaba el número 30.

Me gusta imaginar a todos aquellos aficionados que asistieron al cotejo y que aún conservan el ticket de entrada o una fotografía en el estadio, testigos envidiables a los que la historia les recordará siempre que sus ojos presenciaron el comienzo de un relato que no hubiéramos creído.

Las articulaciones se entumen de poner con precisión los números a los que ‘Lio’ ha llegado. Entre goles, asistencias, partidos y títulos se pierde la verdadera intención de aplaudirlo, pues en todo caso sería una labor comparativa que honestamente no me interesa hacer.

A pesar de las múltiples insignias que porta en el pecho, hay personas que se desgastan en compararlo con otros jugadores, e incluso se consumen energías en poner las diferencias con futbolistas que jugaron en otro tiempo. Que alguien me explique por favor ¿qué sentido tiene comentar y cotejar la vida de dos futbolistas, en esta y en cualquier época?

Simple y sencillamente ha sido un buen aprendiz de la compleja y embrollada materia llamada “futbol”, pues el mismo esférico le ha gratificado al argentino el trato sedoso y la exquisita compañía que desde pequeño construyó. Sin duda una dupla que solo queda admirar. El balón y él.

La siguiente frase no la utilizo con la misma intención con la que fue dicha, pero creo que le queda perfectamente a una leyenda del balompié mundial. La dijo Guardiola hace varios años, ahora me gustaría componerla y añadirla como sello al escrito de hoy: Messi es el puto jefe, el puto amo.

Aldo Casas.

Foto: Reuters | El Universal

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