La final entre América Cruz Azul del pasado diciembre generó una audiencia de 37 millones 772 mil personas, datos que se dieron a conocer el lunes siguiente al partido de vuelta. Número de espectadores que se suman de los dos juegos disputados en el Estadio Azteca y de las dos televisoras abiertas que lo transmitieron: Azteca Televisa.

Una impresionante cifra, algo que solamente el futbol puede lograr y nada más con equipos de la popularidad de quienes se volverán a enfrentar en los cuartos de final de este torneo. Pero lo que resulta espectacular es lo que se generó en la pelea del pasado sábado entre Saúl Álvarez Daniel Jacobs: 30 millones 500 mil personas estuvieron frente al televisor (18.4 millones a través de TV Azteca y 12.1 viendo Televisa).

Resulta engañosa la cifra anterior, porque pareciera que el futbol generó más que la función de boxeo, pero no es así. El partido de ida entre América y Cruz Azul, correspondiente a la final del Apertura 2018, tuvo 17 millones y el de vuelta poco más de 20, por lo que la pelea del Canelo se convierte en el acontecimiento deportivo más visto del año y uno de los de mayor rating en la historia.

Para que nos ubiquemos: prácticamente uno de cada cuatro mexicanos vio el boxeo el sábado por la noche. Así que la máquina de hacer dinero llamada Canelo Álvarez está en su apogeo. La empresa de streaming DAZN no se equivocó al pagarle 365 millones de dólares por 11 peleas.

Eso sí, mucho tiene que ver el rival, que no sea una caricatura como Rocky Fielding, ya que la diferencia de audiencias fue de casi cinco millones de televidentes con relación a la del sábado.
Aún así, en diciembre —contra el británico, en Nueva York— el combate del tapatío fue visto por 26 millones de personas.

Por eso, una Canelo-Gennady Golovkin III entregaría —seguramente— la mayor audiencia en la historia del boxeo en México Estados Unidos. Hoy, Saúl Álvarez es, pese a todos los cuestionamientos que se escuchan cotidianamete, el deportista más popular de nuestro país.

Qué bien hizo que el boxeo regresara a la televisión abierta, lo ubicó de nueva cuenta como un deporte esperado cuando vienen este tipo de combates. A diferencia de los tiempos de Julio César Chávez, cuando la gente liquidaba el Pago por Evento en su casa o iba a lugares que cobraban mucho dinero en covers para presenciar el combate, hoy se puede ver desde donde sea, gratuitamente, y eso hace que el más rico y el más pobre puedan ver una función de boxeo atractiva.

Muchos podrán amar al Canelo y muchos otros más odiarlo, pero esa polarización hace que el atractivo sea mayúsculo, porque en una misma reunión donde se juntan a ver la pelea amigos y familiares, unos quieren verlo perder y otros desean verlo ganar. Eso hace de este producto boxístico una garantía de rating.

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