“No vamos a seguir inventando al país”, prometió Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, frente a algunos de los principales directivos y titulares de organismos reguladores del sector financiero. “Vamos a mantener el compromiso de llevar a cabo una administración equilibrada”, aseguró en la presentación del Programa de Impulso al Sector Financiero. Luego hizo a un lado el discurso formal para intentar explicar, con metáforas, lo que quiere hacer con la economía, y de paso enviarle algunas sugerencias al titular del banco central.

¿Cómo crecer sin inflación?, preguntó el Presidente luego de escuchar a su secretario y a su subsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa y Arturo Herrera, así como al gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León,y al presidente de la asociación de banqueros, Marcos Martínez. “Los economistas lo resuelven de manera muy fácil, con un símil”, soltó.

“Cuando se calienta el carro, que es el equivalente a la inflación, (lo que algunos hacen) para que ya no se caliente, es apagarlo, pero ya no camina; es decir, no hay crecimiento. Aquí el meollo del asunto estriba en que el carro camine sin calentarse”, expuso, para luego enviarle un dardo envenenado al gobernador del Banco de México.

“Por eso, las recomendaciones del Banco de México, que tiene el propósito de controlar la inflación y también el crecimiento —lo segundo no es una atribución del banco central—, nos gustaría que no sólo fuera el control de inflación, sino que se pensara en el crecimiento”.

En esta última frase está el meollo del asunto. Pese a que antes en su discurso López Obrador reafirmó que se respetaría la autonomía del Banco de México, la realidad es que le tiró línea al gobernador del instituto central: “No sigan con la política monetaria restrictiva (de alza de tasas de interés) porque van a afectar el crecimiento que prometí”, parecía gritarle entre líneas, con analogías, el presidente de México a Alejandro Díaz de León.

En su más reciente reunión de política monetaria, algunos integrantes de la Junta de Gobierno de Banxico coincidieron en que existe un alto riesgo de que se retrase el periodo de convergencia de la inflación general a la meta de 3% (en diciembre cerró en 4.89%) y para que esto pueda darse en 2020 —y ya no en 2019, como estima Carlos Urzúa— tendrían que aplicarse incentivos adicionales por parte del gobierno.

El problema es que las presiones externas, pero sobre todo las internas, hacen que este escenario sea cada vez más improbable, por lo que se prevé que el Banco de México continúe con los incrementos a la tasa de referencia —que se encuentra en 8.25%— y que, por lo tanto, el crecimiento económico sea menor. Este martes, el Banco Mundial recortó sus proyecciones de crecimiento para la economía mexicana de 2.5% a 2% para 2019, debido a la incertidumbre que hay en materia de inversión.

Ayer mismo, también, el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, reconoció que decisiones como la de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de México generó escepticismo entre los inversionistas, pero aseguró que la confianza está regresando al país. No es así. La Junta de Gobierno de Banxico alertó que la trayectoria de la inversión continúa siendo un motivo de preocupación. “Parece poco probable que este indicador se fortalezca en el corto plazo... la falta de confianza es claramente uno de los más importantes entre ellos”.

Los principales detonadores de una mayor inflación tendrían que ver con dos políticas públicas implementadas recientemente por el nuevo gobierno: el aumento generalizado de 16% al salario mínimo y de 100% en la frontera norte, así como la estrategia para combatir el robo de combustible que ha causado desabasto en seis estados del país y una psicosis colectiva en buena parte del resto del territorio nacional.

AMLO quiere que haya crecimiento sin inflación, como sucedió durante el periodo del desarrollo estabilizador. “Con Antonio Ortiz Mena, durante dos sexenios hubo crecimiento económico promedio anual de 6%, sin inflación y sin endeudamiento. Ahí está la clave, tenemos que ir hacia ese modelo”.

El problema es que la ‘Cuarta Transformación’ ocurre en el siglo XXI, con un mundo y condiciones económicas abismalmente diferentes a la época del desarrollo estabilizador. Ahí está el meollo del asunto.

 

 

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