Cuando se filtró la información de que iban a desaparecer el descenso y el ascenso, a partir de la siguiente temporada, las manifestaciones fueron evidentes en el Ascenso MX, así como en una parte del periodismo, que ha defendido a capa y espada lo que es la normalidad en el futbol: que uno suba y otro baje.

 Sin embargo, esto se ha vuelto caótico, porque no es la decisión que han tomado para la próxima temporada, sino en la que está por terminar, un disfraz de lo que es ascender en nuestro país. Leones Negros y Dorados, que jugarán contra Alebrijes y Cafetaleros, respectivamente, son los que pueden —por condiciones de estructura— subir a la Primera División, esperando no ser eliminados en las semifinales, ya que si esto sucediera, se convertiría en un ridículo para la Federación Mexicana de Futbol, que en sus reglamentos siempre encuentra lagunas más grandes que la de Zempoala.

El Artículo 23 en el Ascenso MX dice que “si el club que logra el ascenso deportivo no se encuentra certificado, recibirá la cantidad de 120 millones de pesos, los cuales deberán utilizarse para la mejora y cumplimiento de los requisitos faltantes, para así lograr la certificación, teniendo para ello la temporada inmediata siguiente al ascenso para acreditar el cumplimiento a sus obligaciones pendientes”.

Y se agrega que “el club de Liga MX que deportivamente haya descendido a la división de Ascenso MX estará obligado a pagar dicha cantidad al que haya obtenido el ascenso y, en consecuencia, seguirá participando en la Liga MX, [pero] si no pudiera cubrir dicha cantidad, o pagarla pusiera en riesgo su situación económica, tanto el club que obtuvo el ascenso deportivo, como el que obtuvo el descenso deportivo, deberán permanecer en elAscenso MX y perderán todo derecho de participación en la Liga MX”.

Es decir, si llegara un rival con derecho a ascenso a jugar contra Alebrijes, ¿qué razón tendrían los oaxaqueños de jugar? ¿Que les den dinero? Correcto, pero nada más.

Si gana quien no tiene derecho a ascender, le abre a Lobos BUAP o Veracruz la posibilidad de quedarse, pagando 120 millones de pesos, pero —en el caso de los poblanos— sería ridículo que una universidad, con dinero del erario, lo pagara. Entonces, ¿quién ascendería? Si el que descendió no paga y el que lo hizo deportivamente, no puede hacerlo. Es un caos, porque según información de compañeros especialistas, como mi amigo Luis Castillo, sería una tabla general de los dos torneos la que definiría quién tiene esa opción, y sería el Celaya, que no tuvo maldito merecimiento para estar ahí, porque fue eliminado en cuartos de final en este torneo y en semifinales en el pasado, pero lo que tiene es billete.

Es la única liga en la que se hacen bolas ellos solos por tanta estupidez.

Google News