Después de varias reuniones con quienes están detrás de la construcción que ya se realiza del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco, el gobierno electo ha detectado áreas de oportunidad para recortar el costo final del aeropuerto en alrededor de 3 mil millones de pesos.

No se trata de ideas del equipo lopezobradorista sobre cómo ahorrar, sino propuestas que han puesto sobre la mesa los propios involucrados en el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), la opción que día a día se vuelve todavía más obviamente viable para el desarrollo de la conectividad aérea de la capital del país.

Según fuentes de la administración entrante, el postulado para ser secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, ha tenido un sinnúmero de reuniones con las empresas encargadas de la edificación, tanto nacionales como extranjeras, que han llegado a su despacho con planteamientos concretos sobre cosas que se pueden recortar sin afectar los tiempos de entrega de la terminal ni reducir su capacidad de operación de vuelos.

De estas reuniones privadas han salido dos declaraciones que se han vuelto noticia muy relevante sobre el asunto: cuando hace tres semanas se anunció que el nuevo aeropuerto se puede construir “sin oropel”, es decir, sin lujos; y antier que Jiménez Espriú reveló que en contra de lo dicho por los actuales mandos de la SCT, encabezados por Gerardo Ruiz Esparza, la construcción del NAICM no lleva 30% de avance sino solo 20%.

Lo que no se ha hecho público, y que le doy a conocer hoy en estas Historias de Reportero, es que ese ahorro de 3 mil millones de pesos está ya diagnosticado y avalado por las partes involucradas. Implica cosas como cambiar materiales decorativos extranjeros por nacionales, sacar del complejo en Texcoco algunas oficinas que no son indispensables y volver más eficiente la ingeniería que responde al diseño de los arquitectos Norman Foster y Fernando Romero.

Un recorte de esta magnitud al presupuesto del nuevo aeropuerto le puede dar discurso al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, al inclinarse por mantener la construcción actual en lugar de lanzarse a la peligrosa aventura de la combinación de pistas con la base militar aérea de Santa Lucía, que hasta el momento carece de todo aval internacional.

Mi impresión es que todas las cosas se van acomodando, financiera y políticamente, para que la decisión favorezca a Texcoco.

SACIAMORBOS. El consorcio internacional Mitre, sin cuyo aval a determinado aeropuerto las aerolíneas internacionales simplemente no aterrizan ahí, tuvo reunión con el equipo del presidente electo. Cuentan que el jefe de la delegación de Mitre vapuleó a José María Rioboó, constructor favorito de la administración entrante y principal promotor de Santa Lucía. No cayó muy bien en el grupo de futuros funcionarios, pero pues él no hizo el viaje para ganar amigos.

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