La joven venezolana con aspecto de escort —“operada, voluptuosa”— que la madrugada del domingo pasado acompañaba a Brayan Mauricio Miranda, El Pozoles, rogó a los agentes que acababan de detener al oscuro sicario de la Unión Tepito que la entregaran cuanto antes a Migración para que pudiera volver a su país. Lucía, relatan los agentes, totalmente aterrorizada.

También el asesino a sangre fría, relacionado con la tortura y asesinato de dos escorts sudamericanas, y con la ejecución de al menos diez personas en los últimos dos años, temblaba de miedo.

Se descompuso sobre todo cuando supo que sería entregado a la Fiscalía General de la República. En el auto compacto en el que viajaba la policía encontró cien bolsas con la sustancia conocida como “crystal”.

Un informe de la Policía Federal alertó a la Fiscalía General de Justicia del Estado de México: la División de Investigación había detectado que Brayan Mauricio se estaba moviendo en los límites de Ecatepec y Ciudad Nezahualcóyotl, cerca de la zona en donde en febrero del año pasado fue encontrado el cadáver, destrozado a golpes y con ácido en el rostro, de la escort venezolana Kenni Mireya Finol, su ex pareja sentimental.

Miembro del círculo íntimo de Roberto Moyado Esparza, El Betito, El Pozoles hacía vida nocturna en bares de lujo de la Ciudad de México, pero luego se internaba en la zona suburbana, en donde solía moverse sin armas ni escoltas: “La forma que tienen de pasar inadvertidos”, explicó un funcionario de la Fiscalía.

La policía estableció que uno de los familiares de El Pozoles habitaba un domicilio de Aragón (Bosques de los Continentes). Cuatro agentes de investigación de la fiscalía del Edomex establecieron un dispositivo de vigilancia, y vieron llegar al Pozoles.

El auto compacto en el que se movía fue detectado en la madrugada del domingo pasado, con rumbo a la Ciudad de México. “Los cuatro agentes pidieron apoyo a la Policía Federal; lo aprehendieron cuando se detuvo a comprar algo en una gasolinera o en una tienda de conveniencia”, relata el funcionario.

El Pozoles surgió como delincuente en el rumbo de la Santísima. Le pusieron ese apodo porque su madre se dedicaba precisamente a la venta de ese platillo. “Era el que daba los cortinazos”, relatan vecinos de la calle Emiliano Zapata. Con el tiempo se relacionó con la Unión Tepito y su catálogo de negocios: el narcomenudeo, la extorsión, el cobro de piso y la explotación sexual. Brayan Mauricio se dedicaba, además, al robo de motos de pista en calles de la ciudad.

“Mantenía un bajo perfil, no era peleonero, no tomaba, no fumaba”, recuerdan en el barrio. Un sujeto apodado El Pony le servía de chofer. En los últimos tiempos El Pozoles se dejaba ver “en una camioneta negra y en un auto color rojo”. Hasta hace poco vivió tranquilamente en Emiliano Zapata 40, en donde su familia tenía un local comercial (dicen que de venta de zapatos).

No solo eso, “mientras mataba por hobby… para hacer solo la maldad”, según denunció antes de morir la escort Kenni Finol, El Pozoles se inscribió en un programa social del gobierno capitalino, mediante el cual recibía (al lado de su padre y su hermana) casi diez mil pesos mensuales.

La verdadera relevancia del Pozoles comenzó con un reportaje de EL UNIVERSAL firmado por la periodista Ana Flores. Flores dio a conocer el video en el que la venezolana Kenni Finol lo acusaba del asesinato de la escort argentina Karen Ailen Grodzniski (con quien El Pozoles había sostenido también una relación sentimental). En ese mismo video, Kenni reveló que el sicario la tenía amenazada de muerte. En efecto, fue asesinada meses después.

Según una investigación federal, un tío paterno de Brayan Mauricio, Armando Miranda Peralta, figura entre los operadores principales de Santiago Mazari Miranda, El Carrete, líder de Los Rojos.

Este parentesco confirma las conexiones evidentes entre la Unión Tepito y el cártel que opera en diversos municipios de Guerrero y Morelos.

 

Twitter: @hdemauleon 

 

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