Ganar tres Champions consecutivas fue tirado a la basura, para los detractores del Real Madrid. La envidia que produce en todos lados potencia la derrota contra el Ajax. Simplemente, no se dan cuenta que no es solamente la salida de Cristiano Ronaldo o contratar a Thibaut Courtois, por defender al costarricense Keylor Navas. Qué fácil es caer en el lugar común.

El único objetivo que le queda al Madrid es conseguir su pase a la Champions League de la temporada 2019-20, algo por lo que pelean los equipos medianos de Europa.En marzo ya no se juega nada, ningún título. Es el año más oscuro de una historia que, por lo que vive ahora, no deja de ser brillante ni ganadora.

Razones hay, el presidente del Real Madrid las sabe. Inició con el diseño y la poco acertada contratación de Julen Lopetegui, el entrenador que le quitó a la selección de España en pleno Mundial de Rusia, y su despido justificado después de ser masacrado por el Barcelona en el partido de la primera vuelta del campeonato de Liga. Florentino Pérez es el artífice —junto a José Ángel Sánchez, director general, un personaje poco conocido en este lado del mundo— del proyecto post Zinedine Zidane. Confiaron en que la renovación y formar juveniles en el primer equipo era el camino a seguir.

Rotundamente equivocados, porque —por guardar dinero— ahora tendrán que invertir tres o cuatro veces más.

Ahora, el presidente tendrá dos obras por construir: el nuevo Santiago Bernabéu y un plantel que tiene la imperiosa necesidad de contratar —por lo menos— a cinco titulares para encarar la próxima temporada. No tienen laterales de élite, sus centrales necesitan renovación y un mediocampo que forzosamente habrá que rediseñarlo. Y claro que la delantera debe ser totalmente cambiada. La salida de Ronaldo, si bien no es el único problema de la actualidad, sí marca un antes y un después, sobre todo con la preocupante y continua falta de liderazgo en el campo de juego.

Si Florentino quiere seguir manejando deportivamente al equipo, tiene un camino simple que seguir: invertir, no tener en la dirección técnica a un títere e imponer disciplina, porque lo sucedido con Sergio Ramos, quien —al forzar una tarjeta amarilla en el duelo de ida ante el Ajax, pensando que su equipo no tendría problemas en casa para ir a los cuartos de final— cometió una falta de respeto hacia los millones de seguidores de este equipo, pero aún  más para su propio conjunto. Incluso es hiriente que aprovechara la suspensión para que le grabaran parte de un documental en un palco del estadio.

Es demasiado fuerte el golpe para un equipo que nunca antes había perdido cuatro partidos seguidos en Chamartín: dos de Liga, uno de Copa y uno de Champions, racha donde solamente anotó tres goles y recibió 10, una ofensa para el histórico poderío de un equipo que siempre termina ganando algo en una temporada, pero hoy es distinto.

La grandeza del Madrid debe ser desde la cabeza. La toma de decisiones laxas ha puesto en jaque el proyecto y, por lo menos ayer en los octavos de final de la Champions League, los Merengues fueron un equipo de barrio, no de élite mundial.

@gvlo2008

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