La contienda cierra entregando una mayoría amplia en la elección presidencial para Andrés Manuel López Obrador. De aquí al domingo difícilmente habrá una sorpresa en la elección más importante. Lo que no está claro es si el electorado va a apoyar en todo lo demás al triunfador, o dividirá su voto para acortar su poder.

Según las últimas encuestas el sufragio dividido iría ganando sobre el voto parejo: mientras AMLO lograría un techo de 47%, los diputados de Morena toparían en 40% (Mitofsky, junio 18).

Contrastan los resultados de la coalición encabezada por Ricardo Anaya porque, según la misma fuente, el candidato quedaría alrededor de tres puntos por debajo con respecto al voto que lograrían sus legisladores. Por su lado, en el caso de José Antonio Meade, el sufragio sí sería parejo: 23.5% del abanderado contra 22% de los diputados.

De acuerdo con otra encuesta (Reforma, junio 27), mientras las preferencias electorales del candidato de Morena habrían crecido, entre el primero y el último día de mayo (votación efectiva) —de 48% a 52%—, los resultados previsibles para los diputados de Morena habrían decrecido cinco puntos: de 42% a 37%. En cambio, para el Congreso las preferencias de las otras dos coaliciones se habrían mantenido sin movimiento.

Las personas que votarán por López Obrador tendrán dos decisiones pertinentes: primero, entregar el voto parejo de tal manera que el próximo presidente de la República cuente con un margen holgado para emprender los cambios prometidos, o bien, desigualar, de tal manera que AMLO, a partir de diciembre, enfrente contrapesos que lo obliguen a negociar con las oposiciones.

La segunda decisión, quizá la más difícil, sería aquella que tiene que ver con la oposición elegida para equilibrar al poder presidencial. De acuerdo con la última encuesta de Reforma, los partidos de oposición (a Morena) que mayor posibilidad han mostrado en esta contienda para crecer en el Congreso son Movimiento Ciudadano, Acción Nacional y el Partido Verde. En cambio, el PRD sufre la peor caída de su historia —podría terminar la jornada con menos de 4% de las preferencias— y el PRI no está encontrando electores nuevos con quienes superar la barra de los veinte puntos.

Si todo se mantiene igual, dos de cada diez electores que votarán por AMLO emitirán un voto dividido, y los restantes ocho mantendrán lealtad pareja hacia Morena. Los primeros creen en el candidato, pero no en su partido; los segundos están dispuestos a entregarle, sin distinguir, todo el amor y el dinero al movimiento y su abanderado.

En la misma encuesta de Reforma (junio, 27) se ofrecen una serie de datos que permiten comprender el estado de ánimo ciudadano, a unos cuantos días de la elección: López Obrador aparece como el candidato presidencial más confiable para combatir la corrupción (47%), más capaz también para gobernar (42%), más apto para mejorar la economía (41%) y la seguridad (37%), pero al menos un tercio del electorado cree que podría desestabilizar al país.

Este último dato contrasta con la percepción generada en el mismo sentido por Ricardo Anaya —solo 19% cree que este otro candidato presidencial sería un problema para la estabilidad— o por José Antonio Meade (21% lo considera como un factor desequilibrante).

Son estos últimos números los que explicarían por qué hay un voto a favor del candidato López Obrador, que está calculando votar diferenciado: son los que piensan que es necesario el contrapeso para disminuir la probabilidad de inestabilidad.

Los mismos datos permiten predecir que serán dos partidos de la coalición Con México al Frente, el PAN y MC, quienes se llevarían un buen trozo del voto que confía en AMLO, pero no en Morena.

ZOOM: Andrés Manuel López Obrador será el próximo presidente de México, pero como sus antecesores —desde 1997— él también tendrá que negociar con las oposiciones para poder sacar adelante sus propuestas de cambio, sobre todo las más ambiciosas. 

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