Empezaron de la nada, soportaron las críticas de amigos y familiares que, muchas veces, hasta les retiraron el habla, creyeron en un proyecto y salieron a defenderlo con tesón, con garra, con la voz decantada de consignas en los mítines, expeliendo toda su energía en una jornada electoral que los dejaba como un pingo, vueltos añicos, pero esperanzados.

Son los militantes de Morena por todo el país, hombres y mujeres que defienden a ultranza a Andrés Manuel López Obrador y se saben parte de su movimiento, de su regeneración nacional, hombres y mujeres leales, seguramente hasta la muerte, pero que consideran que el partido ha sido infiltrado por ajenos, por oportunistas, por los que llaman huachicoleros de la política, haciendo una metáfora de los hoy declarados enemigos de la nación.

Para muestra, un botón, un narcobotón.

 

Hace poco más de un año en Tamaulipas, previas campañas electorales, cuando ser priista tenía algún sentido, el impresentable ex alcalde de Reynosa, Óscar Luebbert, cercanísimo al ex gobernador Tomás Yarrington, en proceso por graves cargos criminales que, seguramente, le costarán pudrirse de por vida en una prisión de Estados Unidos, presumía a sus poderosos amigos en una foto de Facebook: departían con él Erick Silva con un proceso abierto por lavado de dinero, a quien le decomisaron, al menos, 20 propiedades, además de Mario Solezzi y Guadalupe González Galván, implicados en la investigación gringa contra Tomás Yarrington.

Hoy, con el PRI hundido, Luebbert abandona el barco y busca refugio en ¡Morena! Hace unos días acudió a una reunión del Comité Directivo Estatal en Ciudad Victoria, recibido por el hombre fuerte del partido Alejandro Rosas y prácticamente abucheado por sus militantes, que lo consideran parte del cascajo priista.

¡Morena para Morena!, ¡No nos humillen más!, ¡Ya no queremos huachicoleros!, ¡Solo morenistas, morenistas!, ¡Fuera el PRI, fuera el PRI!, son algunas de las consignas que comienzan a repetirse en corto y en público en varios de los comités directivos estatales de Morena en el país.

Hay una militancia que se siente desplazada, que aceptó a regañadientes las imposiciones de candidatos con los cuales no comulgaban en pos de la Cuarta Transformación prometida por el Licenciado, por el líder, por Andrés Manuel, pero que en el fondo se sabía traicionada.

Hoy, es la militancia empoderada, es gran parte del pueblo bueno y aunque para algunos podrían representar, más bien, la oclocracia, hoy son los que mandan guste a quien le guste a menos que las élites, que la nomenclatura, esté dispuesta a aceptar una rebelión de proporciones luteranas.

De colofón.- Te lo digo a ti Guillermo, para que escuchen Teresa, Lorenzo, Francisco Javier, Enrique, etc.

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