En un artículo reciente, publicado en el diario Milenio, Olga Sánchez Cordero, posible secretaria de Gobernación en una administración presidida por Andrés Manuel López Obrador, hizo una apasionada defensa de la amnistía propuesta por su candidato ().

Para construir su alegato, presentó una serie de datos sin mucha conexión aparente, pero que, al parecer, tenían como propósito demostrar la existencia de una crisis nacional monumental que haría indispensable recurrir a soluciones heterodoxas como una amnistía.

¿Qué datos presentó? Aquí va una muestra, con algunos comentarios míos:

“En 2009, el narcotráfico generaba ingresos anuales entre 25 y 40 mil millones de dólares, según David Robillard, director general de Kroll México”. Para los no iniciados, Kroll es una empresa internacional de seguridad privada, dedicada en lo fundamental a proteger empresas multinacionales, resguardar a los ejecutivos de esas empresas, realizar investigaciones corporativas y negociar secuestros () ¿Por qué el director de una filial regional de una empresa de ese tipo debería de ser considerado como una fuente particularmente confiable para estimar los ingresos del narcotráfico en México? Misterio. Como dato, investigadores del Centro de Investigación sobre Política de Drogas de la Corporación RAND (esos sí especialistas en la materia) estimaron (para el año 2008) entre 4 y 8 mil millones de dólares los ingresos brutos por exportación de drogas ilegales en México ().

“Se cree que un tercio de la población del llamado Triángulo Dorado se gana la vida participando de la industria de las drogas ilícitas”. Supongo que, en efecto, alguien cree eso (la señora Sánchez Cordero, por ejemplo). La pregunta es si esa creencia tiene alguna base empírica ¿Quién hizo esa estimación? ¿Cómo se elaboró?  ¿Usando qué métodos? ¿De qué año data el cálculo? Un misterio envuelto en un enigma.

“Desde 2011, el narco era ya el mayor generador de puestos de trabajo con 600 mil empleos directos, según cifras de José Luis Calva Téllez, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM”. Empezando por lo evidente: según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el sector comercio ocupa a 8.9 millones de personas. El turismo: 4 millones 95 mil empleos.  El sector automotriz en todas sus ramas: 730 mil empleos. Entonces no, el narco no es “el mayor generador de puestos de trabajo”. Pero además, habría que problematizar la cifra de 600 mil empleos ligados al narcotráfico. He visto ese número citado en diversas publicaciones, pero no he podido encontrar la fuente de la estimación original. La busqué en Google Scholar y no obtuve ningún resultado. El mismo Calva Téllez señala lo siguiente en una conferencia ofrecida en 2013: “La cifra que se ha dado a conocer hace unos días por una iniciativa presentada a la ley sobre delincuencia en la Cámara de Diputados hace referencia a que hay 600 mil personas empleadas por el narcotráfico” (). Es decir, parecería que la cifra no es suya. Otro misterio envuelto en un acertijo.

No los abrumo con más cifras. Simplemente quiero señalar que de esa colección de datos inconexos, algunos ciertos, otros cuestionables, otros decididamente falsos, la señora Sánchez Cordero llega a una conclusión extraordinaria: “México requiere una justicia transicional para enfrentarnos a estos fenómenos”.

Pues tal vez sí, pero ¿no sería deseable dimensionar correctamente los fenómenos en cuestión antes de prescribir el remedio? Confiar en números mágicos no es por lo regular la mejor manera de hacer política pública.

Digo, como sugerencia.

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