La Ciudad de México es una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo. Es rica en estilos arquitectónicos. Es cuna gastronómica de los mejores platillos de la cocina mexicana, tanto tradicional como de tendencia. Está construida sobre su historia prehispánica y se alza en rascacielos hacia su futuro más moderno y prometedor.

Es una de las ciudades con más museos en el mundo. La capital del país que está en el ombligo de la luna es fantasía y realidad. En la Avenida Reforma hay una escultura de la artista surrealista Leonora Carrington, y no solo por eso dicen que estar allá es surreal, sino porque puede pasar lo inimaginable.

La naturaleza le regala a los capitalinos la vista de los volcanes durmiendo y cuidando a los ciudadanos de México. Es una capital que se equipara a otras grandes del mundo: Nueva York, Madrid o París, con sus edificios de época, sus avenidas anchas, su cultura, y, sobre todo, sus millones de habitantes. La diferencia es que aquí, son su talón de Aquiles.

Los “defeños” no caen en la cuenta de la responsabilidad que tienen al habitar calles tan importantes, al transitar entre edificios icónicos o consumir en sus mercados más famosos. Son ellos los que se encargan de revivir día a día la mala fama de la Ciudad de México al manejar como les venga en gana, porque “jungla de asfalto” le queda corto a esa ciudad. O te adaptas o te mueres, en vez cuidarse entre todos para hacer los traslados más llevaderos.

Son los ciudadanos de México los que inician día a día una guerra de claxonazos, mentadas de madre, infracciones a diestra y siniestra. Son ellos mismos los que hacen insoportable una caminata por el Centro Histórico al poner a un volumen ilegal sus bocinas tocando reggaetón. Ojalá se dieran cuenta del poder que tienen en las manos para transformar esa bella ciudad y hacerla una del primer mundo.

Nuestra ciudad va creciendo también en todas las direcciones. Los potosinos somos cada vez más. Deberíamos tener cuidado de no repetir los patrones que han llevado al caos a aquella metrópoli. Todavía estamos a tiempo de apoyar el desarrollo de San Luis Potosí hacia un futuro más viable.

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