Va a caer!, ¡va a caer!, ¡la reforma va a caer!...

Y sí, tenían toda la razón, cayó, se hizo pedacitos, polvo, destruida hasta la última coma. Cachitos. Se convirtió en nada. Letra muerta que apenas y respiró.

Gritaron en las marchas que desquiciaron la Ciudad de México por varios meses, también lo hicieron en las carreteras que bloqueaban, en la Autopista del Sol que tantas veces cerraron.

Eran el tigre suelto por la calle, rugieron hasta el hartazgo y se cansaron después: fueron domados, sometidos por el gobierno represor, incluso uno de sus líderes, Rubén Nuñez, terminó unos meses en la cárcel. Preso político, dijeron, y ya con la batalla perdida, desesperanzados, lo soltaron.

Al tigre le cerraron la llave, berreó y pataleó hasta cansarse, refunfuñando terminó royendo su frustración, lamiéndose la derrota entre la bilis
desbordada.

Sí, habían sido domados. Sí, habían perdido. Sí, se habían acabado los privilegios, los líderes mangantes que se embolsaron millones por llevar maestros a las marchas, los buitres de la miseria que se tragan los gusanos que escupe la marginación nacional. Sí, se había acabado la venta y herencia de plazas; sí, se había terminado con protesta social como moneda de cambio de la extorsión charra.

Quizá, la Reforma Educativa fue la que más fake news generó, decían, por ejemplo, que era una reforma privatizadora, aunque nunca nadie explicó exactamente cómo, con trabajos, si acaso, argumentaron que la participación activa de los padres de familia en su derecho a generar recursos para el bien de las instalaciones de sus hijos era “dinero privado”, que la autogestión representaba al neoliberalismo. Lógica bananera 1: ser proactivo es ser un vendido del sistema.

Dijeron que la evaluación era punitiva, que dejaba sin trabajo a los maestros, pero a nadie corrieron por reprobar un examen, por el contrario, los maestros que reprobaban tenían derecho a otra prueba para el siguiente año con capacitación incluida, ¡un año más para estudiar y pasar! y si volvían a fallar venía una tercera oportunidad al tercer año, si de nueva cuenta fallaban, después de tres años de intentos, entonces se les retiraba de las aulas pero se les mantenía en el sistema, les seguían pagando como burócratas. A los profesores que pasaban con éxito les ofrecieron mejores condiciones de trabajo, mejores pagos. Lógica bananera 2: ser evaluado es ser sometido por el sistema represor.

La CNTE, en su otrora agonía, llegó a extremos cercanos al oscurantismo, en varios pueblos, particularmente en Chiapas, colocaron letreros humillantes que colgaron del cuello a maestros que optaron por las evaluaciones, la vejación pública como sanción ejemplar; raparon a maestras como un castigo corporal, dañaron edificios públicos y hasta secuestraron a varios funcionarios de la SEP y el INEE (preferían usar el verbo “retener”).

Los “maestros” quemaron vehículos, hirieron a mucha gente y hasta llegaron a mutilar a un policía federal. ¡El maestro, luchando, también está enseñando!, aunque, en realidad, dejaron a millones de niños sin clases por prácticamente todo un ciclo escolar. Lógica bananera 3: Se vale todo bajo la bandera del pueblo bueno y sabio.

Pedían que la Reforma se abrogara. Les cumplió el Presidente. ¡Felicidades!

¿Y la educación?... ¡Va a caer, va a caer, va a caer!

 

DE COLOFÓN.— Vive la république bananière!

Google News