Que López Obrador hable del retorno a la radio nacional de dos figuras es para celebrarse.

Pero también, delicado.

En entrevista con Chuy Sibilla, dijo que con él no habrá “casos lamentables”, como cuando “le cerraron” el programa a José Gutiérrez Vivó y cuando “cancelaron” el de Carmen Aristegui. Que procurará que regresen, siendo respetuoso de los concesionarios y de la aceptación voluntaria de ambos comunicadores.

Señaló que, sin entrometerse, propondrá un acuerdo de reconciliación para que puedan tener espacio “y que al mismo tiempo nunca más se vuelva a censurar a un medio de comunicación”.

Sobre el caso más reciente, el de Carmen, son trascendentales las palabras de Andrés Manuel, porque subrayan las violaciones a la libertad de expresión y al derecho a la información que cometió la gestión de Enrique Peña Nieto.

Esa que no se puede entender sin el actuar de miembros del Poder Judicial y de los empresarios rodeados de allegados en Los Pinos.

El Presidente Electo reconoció sin tapujos que la expulsión de Carmen de MVS y la persecución judicial de la que sigue siendo objeto hasta la fecha (incluyendo la vergonzosa demanda de Joaquín Vargas) se trata de censura. Así de claro.

Sin embargo, también es delicada la manera como se expresa el hombre que concentrará el mayor poder en México. La forma cuenta.

No dudo de sus buenas intenciones. Pero flaco favor hace indicando que va “a procurar” su regreso. Él puede manifestar su opinión, pero no debería intervenir.

Si algo tiene que caracterizar nuestra labor al frente de un micrófono, una cámara, una pluma, es la autonomía. Y es uno de los sellos del reconocido trabajo que Aristegui y su equipo han realizado desde cualquier plataforma.

Ayer mismo declaró, en su noticiario digital, que lo que ocurra en términos de una nueva circunstancia para ella debe tener como condición básica, sine qua non, la libertad de expresión, de opinión. Así como la independencia y el ejercicio crítico de los periodistas.

Habría que recordarle al próximo Ejecutivo federal que será de gran valor y mucho hará por el país si no interfiere en los contenidos editoriales. Si no espía a compañeros y defensores de derechos humanos. Si no criminaliza a víctimas. Si no contrata troles, bots y texto servidores para difamar y golpear. Si no veta a conductores. Si no recomienda a otros. Dos caras de una misma moneda.

La historia nos ha enseñado que, con la fuerza del Estado y los recursos públicos, los gobernantes autoritarios hacen y deshacen; como ponen, quitan.

Por lo demás, son buenas nuevas que AMLO esté consciente de lo que ha sucedido en estos años y se comprometa abiertamente a cumplir la ley y fortalecer la democracia. Y son excelentes noticias que este sexenio, durante el cual se acallaron voces de colegas en los medios tradicionales, esté por concluir.

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