Depende de la encuesta que se quiera ver, aunque realmente depende mucho más de las filias, las fobias y hasta de la ingenuidad adrede de los factores que no convienen a tal o a cual, pero, en general, se pueden ver tres escenarios al arranque de la campaña.

Primero, Andrés Manuel López Obrador, ya sea por siete o por veinte puntos, lidera en absolutamente todos los estudios. Se derrumban dos mitos: sí creció, y lo sigue haciendo, y hasta el momento poco le han afectado sus posturas más radicales, particularmente entorno al aeropuerto y a las reformas, aunque aún falta tiempo para medir con exactitud esos elementos.

En el primer escenario, López Obrador se antoja inalcanzable, con una reñida competencia por el segundo lugar entre José Antonio Meade y Ricardo Anaya, pero ambos lejos del puntero. Hasta el momento, ninguno de los dos ha logrado construir un discurso que le haga frente a Andrés Manuel y que logre permear en el electorado.

Segundo, Andrés Manuel López Obrador tiene a Ricardo Anaya a una distancia cómoda, pero aún alcanzable, de entre siete y doce puntos, aquí, necesariamente para cerrar la contienda, Andrés debe caer varios puntos y Ricardo subir muchos más de los que tire el puntero: si Andrés cae uno, Anaya debería de subir 4, por ejemplo.

En este segundo escenario, Ricardo Anaya parece estar apostando al voto millenial, que hoy lo sitúa específicamente en un segundo lugar; es un voto arriesgado que parece apostarle más a un cambio radical y del que no estamos seguros aún de su fuerza real, sino hasta el día de la contienda. ¿Votarán?, ¿por quién?, ¿anularán?, ¿se podrían inclinar más por lo independiente?, ¿confiarán en la continuidad sobre el miedo?, ¿se les puede asustar?

Tercero, Andrés Manuel López Obrador es el puntero y hay un empate en el segundo lugar: Meade logra crecer, cosa casi nunca vista en la historia, más de diez puntos y Andrés Manuel va cayendo hasta cerrar la contienda; los casos que ensucian al PRI quedan en un segundo plano, junto con la desaprobación del presidente y, de alguna manera, quién sabe cuál, se antoja mágica la campaña del ciudadano apoyado por el oficialismo prende hasta lograr un empate.

El tercer escenario parece que únicamente está contemplado hoy con el PRI y el equipo del candidato. Prácticamente en todos los estudios el resultado lo arroja al tercer lugar no por el hombre sino por el partido; sin embargo, un deslinde se confirma más que descartado y existen reticencias al interior de la maquinaria para manifestar su apoyo absoluto, cosa peligrosa a estas alturas del juego.

Margarita Zavala aún no juega en ninguno de los escenarios por ser la nueva en escena; quizá en tres o cuatro semanas comencemos a ver si pinta, si le ha robado votos al panismo o al propio priísmo, particularmente a los militantes de ambos partidos que terminaron alejados de sus respectivos candidatos.

Así arrancan. La visión depende, insisto, de las filias y las fobias que, al final, también se traducen en votos.

DE COLOFÓN.—Hace meses hizo un berrinche en el Tribunal Superior de la Ciudad de México cuando rompió una silla que no le gustaba. Resulta que tiene una denuncia penal por acoso sexual y reaccionó amenazando de muerte al padre de su víctima. Y ese hombre era un juez.

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