El ex gobernador y ex candidato presidencial Roberto Madrazo ha lanzado la red en busca de un acercamiento con el equipo de Andrés Manuel López Obrador, con notables evidencias en la política local de Tabasco, donde ambos personajes tuvieron choques durante 25 años. ¿El pragmatismo del presidente electo podría traer cambios en esta historia?

Madrazo Pintado declaró en días recientes que cuando disputó la Presidencia en 2006 por el PRI (reducido al tercer lugar por primera vez en su historia), las copias de actas electorales en su poder daban ventaja aparente a López Obrador. Bien se cuidó de decir también que carecía de actas en zonas de arraigo del PAN, que postuló a Felipe Calderón, oficialmente triunfador de la contienda.

El ex mandatario tabasqueño (1995-1999) ofreció a su paisano López Obrador una manzana envenenada que parece buscar varios propósitos, lo que incluye tender un puente hacia un sector del priísmo duro en el que militan aliados suyos, como el oaxaqueño Ulises Ruiz, entre otros dinosaurios que hoy velan armas para reconquistar a un partido que alista una noche de cuchillos largos en contra de los actuales operadores, en su mayoría cercanos a Enrique Peña Nieto.

Forjado en el estilo del mexiquense Carlos Hank González de usar la política para construir fortunas, Madrazo tiene otros motivos para buscar un pacto con el líder de Morena. En particular, una larga cadena de negocios y un enorme inventario de propiedades, cuentas bancarias y otros bienes que le han sido atribuidos por años. Más recientemente se le ha ubicado como dueño de “Innovamedik”, una corporación señalada de rentar equipo médico deficiente a sistemas de salud federal y estatales, así como proveer medicamentos de baja calidad provenientes de la India. Al frente de esa compañía aparece Alexis Nickin Gaxiola, yerno del ex mandatario tabasqueño.

En su apuesta podría incluirse finalmente seguir proyectando en la política a su hijo, Federico Madrazo Rojas, que luego de una larga trayectoria en el PRI que presidieron su padre (2002-2005) y su abuelo, el legendario Carlos A. Madrazo (1964-1965; también gobernador de 1959 a 1964), brincó en 2015 sin pena alguna a dirigir en el estado al Partido Verde, pero seguramente oteando los vientos, el pasado septiembre renunció a esa dirigencia “para dedicarse a sus negocios”.

Entre los logros de Madrazo Rojas se cuenta haber convencido en 2015 a Rosalinda Hernández López para renunciar al PRD y postularse por el PVEM y el PAN a la alcaldía de Centro, que engloba a la capital Villahermosa. Tuvo un cambio de rumbo, pues en 2006 ya era senadora por Morena. Ella es hija del notario Payambé López Falconi, amigo de larga data de López Obrador; hermana de Adán Augusto López Hernández, gobernador electo de Tabasco, y esposa de Rutilio Escandón, gobernador electo de Chiapas.

Doña Rosalinda ha sido mencionada como futura titular del SAT. Su hermano Adán Augusto fue un destacado militante del PRI, cercano a Roberto Madrazo durante su gubernatura, e incluso se desempeñó como coordinador de la campaña de Manuel Andrade, un madracista nato, que gobernó la entidad entre 2002 y 2006. Fue también subsecretario de Gobierno durante la gestión del hankista y madracista Manuel Gurría Ordóñez, mandatario interino (1992-1994) tras el derrocamiento de Salvador Neme Castillo, adversario de Madrazo.

Todo este esquema parece anticipar un nuevo maridaje entre los López Hernández, cabeza de Morena en Tabasco, y los Madrazo, en la persona de Federico Madrazo Rojas, quienes regentean la marca PRI en la entidad. Así es la política, podría decirse.

Pero será un sapo duro de tragar olvidarse de un cuarto de siglo de una guerra sin cuartel dominada en Tabasco por Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador, quienes en 1994 compitieron por la gubernatura, el primero por el Institucional, el segundo por el PRD. Los ecos de esa batalla dotaron al ahora presidente electo de relevancia nacional, luego de que marchó a la capital del país en el llamado “Éxodo por la democracia” para denunciar un fraude en esos comicios. Las pruebas respectivas llegaron hasta el Zócalo de la ciudad de México en grandes cajas tras hacer un periplo que encierra en sí mismo toda una leyenda.

Una nueva confrontación se produjo en el 2000, durante la campaña para la gubernatura que disputaron el citado Manuel Andrade, abanderado por el PRI, y Raúl Ojeda, figura cercana a López Obrador, por el PRD. La historia de esa guerra siguió. ¿Quedará ahora en el pasado?

Apuntes: Acuso recibo de la carta aclaratoria de Luis Maldonado Venegas, a quien en la pasada columna ubiqué como diputado panista en la legislatura recién concluida, siendo que desempeñó su mandato postulado por el PRD. Su ubicación política bajo la égida del ex gobernador panista de Puebla, Rafael Moreno Valle, influyó en mi inaceptable errata, por lo que solicito disculpas.

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