Estos últimos días ha sido noticia recurrente el corte de agua en la Ciudad de México y en el Estado de México. La Comisión Nacional del Agua anunció que un total de 26 localidades sufrirían el desabasto debido a los trabajos de rehabilitación del Sistema Cutzamala, uno de los sistemas hídricos más grandes del mundo.

El mencionado corte sería del 31 de octubre al 6 de noviembre a más tardar. Una vez dado el aviso, la población que habita las zonas con desabasto tuvieron que haberse prevenido para enfrentar la ocasión. Se organizaron pipas, habilitaron pozos, tinacos y demás medios para contener agua para racionar durante los días de escasez.

Así, la gente debe tomar medidas para continuar sus actividades con la mayor normalidad posible, y al mismo tiempo aceptar lo inevitable. ¿Llegarán a pensar qué pasará en el futuro cuando el agua potable sea cada vez menos si no la cuidamos? Damos por sentado que los servicios funcionarán siempre. Seamos realistas, es probable que no. Sin embargo, el corte se superó y la vida volvió a la normalidad.

En San Luis Potosí también hay desabasto de agua, pero no por trabajos de mantenimiento. Muchas colonias se ven afectadas y las autoridades no hacen sino advertir y esperar a que Tláloc haga su trabajo pronto. Mientras, cuando las lluvias se precipitan como ironía sobre el suelo potosino, la presa San José no está en condiciones de recibir las cantidades que caen, sobre todo en temporada de verano, y el agua fluye a la represa y poco tiempo después se da el aviso de la apertura de las compuertas.

El escenario que sigue es bien conocido. Los ríos Santiago y Españita son cerrados a la circulación. ¿No podría aprovecharse toda esa agua pluvial en vez de contaminarse corriendo por las avenidas? El daño colateral es todavía más tonto: el caos vial que se genera por cortar vías de circulación. Los potosinos se perciben enojados en sus autos perdiendo más tiempo del habitual en sus traslados cotidianos.

La conclusión es que no se está haciendo nada, ni por parte de las autoridades ni por parte de los ciudadanos, porque la ciudad sea más habitable y transitable. Nos convertimos en presas del lugar donde vivimos, en vez de ser habitantes de un entorno armónico diseñado para el desarrollo integral de la sociedad.

Foto: Presa San José | Archivo

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