No sé quién va a ganar la elección presidencial. Sí sé en cambio que, pase lo que pase en las urnas, vamos a amanecer el dos de julio con un gobierno muy disminuido y un entorno de seguridad muy complicado. Y, en frente, un periodo de transición larguísimo, de cinco meses, donde nadie estará realmente a cargo. No es una buena combinación.

¿Qué debería de hacer entonces el equipo ganador, para tratar de asegurar una transición tan tersa como sea posible en materia de seguridad? No estoy seguro, pero van algunas sugerencias.

1. Establecer lo más rápido posible un equipo de transición, así sea informal en las primeras semanas, mientras el Tribunal Electoral termina de calificar la elección, con un responsable único en materia de seguridad, que entre en contacto con las dependencias del sector (empezando con la Secretaría de Gobernación) en la primera fecha posible. En este asunto, no hay tiempo que perder.

2. Solicitar al gobierno saliente acceso rápido a la información relevante del sector. Eso debería de incluir documentos reservados y confidenciales. Para ello, probablemente sea indispensable que algunos miembros del equipo de transición pasen por control de confianza. El equipo entrante debería exigir a los funcionarios salientes que ese trámite se realice sin demora.

3. Pedir la inclusión de miembros del equipo de transición en algunas reuniones del gabinete de seguridad, para facilitar el control de acuerdos y el seguimiento de los temas durante la transición. Así se reduce el riesgo de sorpresas después del cambio de gobierno. No es una práctica inusual. Sucedió, por ejemplo, en la transición de 2012.

4. Requerir al gobierno saliente un diagnóstico pormenorizado de la situación, con desglose por estado y capítulos sobre temas sensibles (por ejemplo, el seguimiento a los llamados “objetivos prioritarios”).

5. Construir listas de posibles funcionarios, no sólo para el gabinete, sino también para el segundo y tercer nivel de responsabilidad en algunas dependencias claves. Esa lista debería de mantenerse reservada hasta la víspera del cambio de gobierno, pero, en algunos casos, habría que considerar la posibilidad de que los funcionarios seleccionados tomen posesión de sus cargos antes del cambio de gobierno.

6. Entrar en contacto y establecer mesas de trabajo con los gobernadores. En particular, se deberían de privilegiar inicialmente los contactos con los gobernadores de entidades federativas donde subsisten operativos federales y donde habrá una transición en el gobierno estatal. Con esto, el nuevo equipo podría hacerse de información para contrastar la que reciba del gobierno federal

7. Iniciar prontamente contactos con las Fuerzas Armadas. Esto probablemente tenga que suceder de manera discreta, sobre todo en la fase temprana de la transición. Pero, como sea, es crucial una aproximación con el Ejército y la Marina, para (entre otras cosas) evaluar las ternas de posibles titulares de Sedena y Semar.

8. Establecer vínculos con la comunidad de inteligencia de Estados Unidos. En este tema, es mejor para todas las partes que nadie se llame a engaño y que el equipo entrante sepa al momento de asumir el gobierno donde está la agenda real con los vecinos. Esto probablemente obligue a varios viajes a Washington durante la transición.

En resumen, quien sea que gane la elección va a tener que actuar decisivamente durante los cinco meses de transición. Mucho se puede pudrir en un periodo tan largo. Y, si bien se va a requerir la colaboración del equipo saliente, la responsabilidad última le va a caer a los entrantes.

Les guste o no, el problema va a empezar a ser suyo aún antes de asumir el poder.

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@ahope71

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