La reforma educativa que aprobaron los diputados la semana pasada deja ganadores y perdedores.

Por ahora, gana la CNTE casi todo lo que exigía, gana la actual dirigencia del SNTE y gana Elba Esther Gordillo como factor de poder.

Pierden los maestros que habían logrado depender de sus conocimientos y su preparación para obtener ascensos y mejoras salariales, en vez de deberle la vida a los caciques sindicales.

Pierden los niños de México. La calidad de la educación que reciben del Estado vuelve a estar en manos de organizaciones sindicales que saben hacer política, pelear por prebendas y usar su poder para controlar a los maestros: avanzan los que mejor sirvan a los intereses del sindicato, no los que trabajen más y enseñen mejor a los alumnos.

Aparentemente gana el presidente López Obrador y su 4T. Pero habrá que esperar. En una de esas tanta concesión al SNTE, la CNTE y Elba Esther Gordillo tiene repercusiones negativas, aunque no sean inmediatas. Ya les mostró que pueden someter al Congreso, dictarle tiempos, decidir si sesionan o no y corregirles hasta los dictámenes de reformas constitucionales a su gusto. Pensar que con lo que les ha otorgado cesarán sus chantajes es un error que han cometido varios gobiernos.

La mencionada terna de fuerzas sindicales gana claramente en lo que fue siempre el punto central de su rechazo a la reforma del sexenio anterior: se acaban las evaluaciones de un organismo autónomo y experto, y recobran la capacidad de decidir, en negociación con el gobierno, quién sube en el escalafón, quién obtiene mejor sueldo y quién ocupa plazas vacantes. Los maestros regresan a la indefensión frente al poder de las cúpulas sindicales.

Según lo aprobado, el Estado mantiene el control de las plazas y el presupuesto (puntos clave de la reforma peñista), pero queda abierta la puerta para que en las leyes reglamentarias, a través de comisiones tripartitas, las plazas y los dineros se otorguen al ritmo que marquen las presiones de los gremios.

La CNTE amenaza con movilizarse de nuevo pero se sabe ganadora. La victoria del SNTE queda expresada en la declaración de su actual dirigente, Alfonso Cepeda, tras la aprobación: "El SNTE es aliado y ejército intelectual del presidente y la 4T". Y Gordillo ha visto consumada su venganza sobre el ex presidente Peña Nieto, ha quedado exonerada de cualquier delito, le han restituido sus bienes y ha sido rehabilitada para pelear en un futuro por el control del sindicato. Además, con sus Redes Sociales Progresistas en ruta de convertirse en partido, tiene poder político y dinero público para ser un factor de peso en la era de la 4T.

A ver si el Senado repara el error. Si no, habremos pasado de la mal llamada a la mal cambiada.

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