De entre todas las actividades de mi cotidianeidad, hay una que llena mi espíritu, me anima, me tranquiliza y me salva de lo rutinario. Confieso que a veces le fallo, porque ella nunca falla, ella está ahí siempre a la espera. Se trata de la lectura. No me referiré aquí al arte de la literatura, porque entonces no acabo, pero sí quiero comentar sobre el hábito de leer.

Los mexicanos leemos en promedio a lo mucho uno o dos libros al año. Como mencioné en otra ocasión, el índice de lectura ha bajado y las bibliotecas y librerías no son las suficientes en el país para la cantidad de habitantes que somos.

Se nos inculca la lectura desde la educación básica, pero creo que el enfoque de acercamiento no ha sido muy bueno, pues mucha gente la sigue viendo como una tarea obligatoria y cansada que es casi una pérdida de tiempo. Afortunadamente, somos muchos los lectores comprometidos, los que vemos las ventajas y solo las ventajas de leer. Vamos, que los únicos “peros” que se le pueden poner es que un libro sea costoso o haya que mandarlo traer.

Hace mucho me hice el propósito de no pasar un solo día sin leer, aunque fuera una página. Sin importar si el día fuera ajetreado, al menos una página pasaría por mis ojos. La vida cambia de planes por nosotros y eso a veces no ha sido posible. Pero algo que sí hago es que cada año llevo una lista de los libros que leo y al siguiente trato de superarla.

Este año solo llegué a los doce libros completos, más dos que son casi de consulta, así que ahí la llevan. Esta es mi lista. La comparto y los animo a leer todos los que se les antojen. También a que compartan sus propios retos y logros lectores.

Los años sabandijas, de Xavier Velasco.
El demonio de la interpretación, de Gonzalo Lizardo.
Bartleby el escribiente, de Herman Melville.
Momo, de Michael Ende.
La bicicleta de Sumji, de Amos Oz.
Los sueños, de Francisco de Quevedo.
Crimen en Compostela, de Carlos G. Reigosa.
La curiosidad mató al gato, de Ana María Jaramillo.
La hojarasca, de Gabriel García Márquez.
Esperando a Godot, de Samuel Beckett (dramaturgia)
Entrega insensata, de Xavier Velasco.
Ficciones, de Jorge Luis Borges.

Decía Miguel de Cervantes Saavedra que "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho". Así que hagamos las maletas para un nuevo camino cada vez que abramos un libro nuevo.

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