Esa es la gran pregunta que trascendió después de la reunión entre Vladimir Putin y Donald Trump que sostuvieron en Helsinki. Solo si Putin tiene información comprometedora sobre Trump o su familia se puede explicar que el presidente de Estados Unidos haya traicionado a su país como lo hizo al estar parado de forma complaciente y hasta servil a un lado del autócrata, admirando su fortaleza y creyendo más en la palabra de Putin que en las pruebas contundentes de las agencias de inteligencia estadounidenses.

Cuatro días antes de reunirse con Trump, la investigación especial que encabeza Robert Muller concluyó que 12 espías rusos, empleados de la agencia militar del Kremlin, fueron los responsables de hackear el servidor del partido demócrata durante la campaña electoral de noviembre de 2016, con la intención de dividir a la sociedad estadounidense y favorecer el triunfo de Trump en dicha contienda.

La investigación fue clara, exhaustiva y transparente. No deja lugar a dudas que Rusia intervino en la elección de 2016. Aun así, cuando en la conferencia de prensa conjunta que ofrecieron Trump y Putin después de conversar en privado durante dos horas se le preguntó al presidente de Estados Unidos si creía en esta investigación de las agencias de inteligencia, Trump optó por decir sumisamente que creía en Putin, quien le había negado enérgicamente dicha intervención.

La controversia que generó esta respuesta de Trump ha sido monumental. Ha sido por la falta de una condena mínima, ya no digamos clara, de Trump a Putin por su intervención en la elección de Estados Unidos.

Normalmente, cuando Estados Unidos se ha sentido atacado, los ciudadanos se unen en contra de ese enemigo común. Así sucedió cuando el ataque del 11 de septiembre de 2001 en el que Osama Bin Laden tiró las Torres Gemelas de Nueva York. El entonces presidente, George W. Bush, no era popular, pero los estadounidenses de todas las ideologías lo respaldaron en respuesta a esta agresión en contra de todos los estadounidenses.

Ahora ha sido el mismísimo presidente el que no se ha unido en torno a sus ciudadanos y a sus instituciones para defenderlos de un ataque del exterior. Lo más complicado de entender en este entramado es ¿por qué Trump, que ha sido muy agresivo con otros jefes de Estado de países considerados aliados de EU, como Angela Merkel, Justin Trudeau y Theresa May, es tan dócil con Vladimir Putin? ¿Por qué no confrontó a Putin frente al público estadounidense y del mundo para marcar un claro repudio a la intervención rusa en los asuntos de Occidente?

La única explicación posible es que Putin sabe algo sobre Donald Trump que el presidente de Estados Unidos no quiere que se haga público y por ello es sujeto de una extorsión. La alternativa es que, para Trump, reconocer que Rusia intervino en la elección de 2016 es manchar su triunfo y por ello es un golpe a su frágil ego. Sea cual sea el motivo de Trump, lo ocurrido en Helsinki fue, en pocas palabras, el abandono de “América Primero” por “Trump primero”.

Lo que queda claro y es importante que Andrés Manuel López Obrador tome en cuenta es que, con Trump, o se es un autócrata o hay que estar sujetos a las groserías y los desplantes del presidente de Estados Unidos cuando se busque una reunión bilateral.

Como AMLO ha aclarado que eso de ser autócrata no le gusta, sería prudente y hasta inteligente que, mientras esté Trump en la Casa Blanca, las relaciones bilaterales se manejen desde las instancias debajo de la presidencia. Para evitar malos tratos y malos ratos. De lo contrario corremos el riesgo de que Trump venga invitado por AMLO a México, cometa una majadería y después nos deje con un: si ya saben como soy ¿para que me invitan?

APOSTILLA: Hoy el INE debe resolver si accede a la petición del PES y eliminan el voto de los independientes para que así lleguen al 3% ese partido y el Panal y mantengan su registro. La respuesta en el INE será que NO van a eliminar esos votos. El PES sabe que ni así llega. Que además tendrían que buscar anular alrededor de 2 mil 312 casillas (el 1.5% de las instaladas), para llegar al 3%. Lo que es no saber perder.

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