Parece como si la hubieran tenido escondida. Pero hay algo que la va a poner de nuevo en el reflector, y en la polémica.

En los últimos meses poco se ha sabido de Rosario Robles Berlanga. Fue como si en Los Pinos y en el equipo de campaña de su candidato presidencial José Antonio Meade hubieran determinado que había que quitarle todos los reflectores a la titular de Sedatu, porque estaba tan cuestionada que les restaba votos y les aniquilaba el discurso del nuevo PRI limpio.

Y entonces, de aquella Rosario que aparecía todos los días en los medios, que se mostraba activa, atacando y defendiéndose, pasamos a una secretaria casi desaparecida. Me parece que sucedió después de que en febrero la Auditoría Superior de la Federación divulgó múltiples cuestionamientos a sus gestiones al frente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (Sedatu).

Esos cuestionamientos, que rechazó públicamente Rosario Robles, estaban complicando la narrativa priista de que con Meade como abanderado la corrupción había quedado atrás. Además, marchitaban las acusaciones contra el candidato del Frente, Ricardo Anaya, quien rápido aprovechó para señalar que mientras a él se le venía el Estado mexicano encima por unas bodegas de 54 millones de pesos, a Rosario no le hacían nada cuando sus supuestos desvíos alcanzaban los miles de millones.

Esos días parecen haber terminado. Un escándalo, una polémica, apunta para poner de nuevo bajo el reflector a Rosario Robles. Y tiene que ver con los conflictos internos en la Auditoría Superior de la Federación:

La directora general de Auditoría Forense de la ASF, Muna Dora Buchain, una de las piezas clave en las investigaciones que salpicaron a la secretaria Robles, denunció públicamente que la despidieron sin fundamento y en su reclamo (incluso hizo pública una carta que mandó a sus superiores) dejó en entrelíneas el sabor de que la echaron a consecuencia de lo que ella había descubierto y seguía escarbando sobre la gestión de Rosario Robles y su también cuestionadísimo número dos, Emilio Zebadúa, actual oficial mayor de Sedatu. Ella fue una de las más relevantes investigadoras del caso conocido como La Estafa Maestra, por ejemplo.

Ante el reclamo de Muna Dora Buchain, la Auditoría Superior de la Federación contestó con una carta también pública en un tono inusualmente duro ante un despido en una institución pública: acusó a Buchain de conflicto de interés y detalló que dos empresas presuntamente de su propiedad tenían contratos con la ASF.

El asunto va a escalar. Se espera que también la ex directora general de Auditoría Forense revire. Y ya sabremos qué tan fuerte es su revire, qué tan lejos se anima a ir, si va a dar nombres y si delineará algunas de las investigaciones que dejó inconclusas y hacia dónde apuntaban.

A menos de un mes de las elecciones, otra vez Rosario Robles en el reflector y en medio de la polémica.

Google News