¿Cuánto cuesta un símbolo?, perderlo puede representar una derrota irreparable.

Cancelar Texcoco no fue un berrinche nada más, fue el símbolo del triunfo populista contra lo tecnócrata, contra la rapiña neoliberal.

Sí, es una pésima decisión económica que puede costarnos, a largo plazo, decenas de miles de millones de dólares que literalmente acabarán en el caño.

Aunque, por sí misma, la cancelación no representa el acabóse ni el apocalipsis, sí es, en definitiva, un elemento importante para desencadenar una crisis económica como las de aquellos años de nacionalizaciones de la banca y caninos defensores del peso.

En estas páginas, Mario Maldonado reveló la orden girada por Carlos Slim en cuanto a continuar con la construcción del aeropuerto al menos hasta el primer trimestre del próximo año: “los pagos están garantizados”.

Y es que, luego del tope con pared que se ha llevado la Cuarta en la negociación con los tenedores de bonos y con el ánimo de un largo pleito legal que seguramente perderá el gobierno mexicano, ha surgido en varias e influyentes voces la posibilidad de que el aeropuerto de Texcoco no sea, a fin de cuentas, cancelado.

En todos los aspectos racionales aciertan: cancelar la cancelación devolvería, hasta con creces, la confianza perdida, ahorraría cientos de miles de millones de pesos que podrían invertirse en programas sociales, el aeropuerto, además, generaría cientos de miles de empleos, México se convertiría en uno de los hubs más importantes del mundo y etcétera, etcétera, etcétera…

Tienen razón, harta, muchísima las voces influyentes pero olvidan que la lógica de la Cuarta ni es la lógica del mercado ni es tampoco la lógica del sentido común.

Dicen que así como el presidente corrigió el presupuesto para las universidades públicas, corregirá también el tema Texcoco, aunque claramente en uno se llevó el gran aplauso del “pueblo”; si hiciera lo otro se llevaría el más grande abucheo en su historia, uno de esos abucheos que matan políticamente, un símbolo perdido, una derrota irreparable.

Reactivar Texcoco sería lo mismo, en la lógica de la Cuarta, que regresarle su pensión a los ex presidentes, que autorizar de nueva cuenta los altos salarios, que vivir en Los Pinos, que usar el avión presidencial, reactivar Texcoco sería lo mismo que negar que el pueblo es sabio y que conoce de todos los temas.

No importa que sean los privados quienes paguen por el aeropuerto, el tema fue más allá de pesos y centavos, es algo que rebasa la lógica económica e incluso la lógica política.

Texcoco es un asunto ideológico, recordemos que la campaña del presidente salvaba un lago, abrazaba los patos y rechazaba la viabilidad técnica del proyecto al argumentar que el suelo no era apto para una pista aérea. La campaña de la Cuarta rechazó, vilipendio y hasta ridiculizó a MITRE, al Colegio de Ingenieros y a todos los estudios científicos que avalaron el proyecto.

Texcoco, evidentemente, no morirá fácil, sus inversionistas e interesados darán una gran batalla para concluirlo, aquello se convertirá en una urdimbre de demandas, de amenazas e hígados desbordados.

Sí, es un balazo en el pie para el gobierno, pero en la lógica de la Cuarta estarían dispuestos a tirarse otro en las rodillas para demostrar que sus chicharrones son los únicos que truenan. Así el nivel, ni modo.

De Colofón.- Sostiene el Canciller Marcelo Ebrard que la reducción de recursos en su Secretaría es desorbitada, veremos si ahí también “rectifican”.

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