Desaparecidos, sin difusión y sin penetración... por eso se dan capítulos negros como el del pasado sábado en el estadio Olímpico de Tapachula, sin que alguien se manifieste. Un escándalo en el partido entre Cafetaleros y Dorados del Ascenso MX, en el que hay un evidente engaño del argentino Gaspar Servio, portero del equipo de Diego Maradona.

Por partes. Estaba por finalizar el primer tiempo, ventaja de Dorados 1-2, cuando viene un disparo desviado a la portería de Servio, se lanza y la pelota va hacia afuera. Al levantarse se da cuenta que gente de la tribuna había arrojado algo al campo, ningún proyectil había acertado, pero al ver un encendedor se tiró al pasto como si le hubieran impactado. Intentó engañar al árbitro Brian González. El video es evidente, no puede nadie, absolutamente nadie asentar que recibió un golpe.

En 1989, uno de los mayores escándalos del futbol se dio por una situación similar. Eliminatoria sudamericana para el Mundial de Italia entre Brasil y Chile. Se disputaban el liderazgo del Grupo 3, cuando después de 67 minutos, ganando los brasileños 1-0, pasó lo impensable.

Roberto Rojas cayó al césped y de ahí brotó sangre de su cara, señalaba una bengala que había caído cerca de él, a lo que lógicamente el árbitro argentino Juan Carlos Lostau suspendió el partido y la Conmebol juró llegar al fondo del asunto.

Al otro día, los comisarios sudamericanos se dieron cuenta que la bengala cayó a cuatro metros del portero y que la herida no era una quemadura. Así que invitaron al  chileno a decir la verdad, y así fue.  Aceptó públicamente que tenía una navaja Gillette en su guante y se cortó a propósito. Chile fue excluido del Mundial y Rojas expulsado de por vida del futbol.

¿Qué diferencia hay entre lo hecho por Servio y Rojas?, ¿la sangre?

Seguramente que en Maracaná fue más espectacular, más planificado que lo sucedido en Tapachula, pero en el fondo es lo mismo, un engaño evidente que en Sudamérica notaron y reaccionaron, mientras que en el Ascenso lo han dejado pasar.

Víctor Guevara, presidente de esta Liga, es un ejecutivo íntegro, cabal y de principios, además inteligente y proactivo, así que si la timorata Comisión Disciplinaria no actúa, porque o no sabe qué pasó o no le interesa castigar, debe exigir que se limpie esta insensatez.  Además, el estadio de Tapachula, dicho sea de paso, también merece un castigo por los objetos arrojados.

No es el primer episodio negro del portero, el 22 de septiembre de 2018, en el primer partido de Maradona como visitante fue en Oaxaca. Sobre el final del partido se hace de palabras con un jugador de Alebrijes, Carlos Rosel, a quien le da un puñetazo; al darse cuenta que el comisario de la Federación lo estaba grabando se fue directamente a tomarlo del cuello. Nadie lo castigó, ni siquiera fue reportado.

Recular en la Comisión Disciplinaria sería lo más sano para la búsqueda de un futbol limpio, donde los castigos deben aplicarse.  Así como Rojas no volvió a jugar por tramposo, Servio lo hace y de hecho fue la figura hace dos noches en la serie de penaltis contra el Atlas en la Copa MX, partido que ya no debió jugar, claro si se aplicaran los castigos como se debe.

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