En abril del año pasado, directivos de Walmart México se reunieron con los líderes de los organismos gremiales a los que estaban afiliados, entre ellos la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) y la Coparmex. Palabras más, palabras menos, les dijeron: “No estamos de acuerdo en que se tomen posiciones políticas”.

Por esas fechas, los empresarios estaban enfrascados en una guerra con el candidato puntero, Andrés Manuel López Obrador. “Son una minoría rapaz, se sienten amos de México”, les reviraba el tabasqueño, luego de que el Consejo Mexicano de Negocios (CMN), el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y la Coparmex publicaran un desplegado pidiendo que cesaran las descalificaciones. “Así no”, le pedían al fundador de Morena.

Por esa fechas también, Juan Pablo Castañón, el entonces presidente del Consejo Coordinador Empresarial —donde está incluida la ANTAD—, criticaba a López Obrador por su discurso divisionista y sus juicios de valor en contra de los empresarios; también por sus propuestas, como cancelar las reformas educativa y energética. “Son fórmulas que existían en los 80 en México, no se adaptan a lo que pasa actualmente en el mundo”, decía.

El presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, era ya uno de los más aguerridos críticos de AMLO. “Que el candidato de Morena le baje al tono de sus descalificaciones hacia el sector empresarial”, pedía el líder gremial, quien se reeligió en diciembre pasado. “Se debe crear confianza y no utilizar una espada de Damocles de manera injustificada, señalar, etiquetar y sospechar de empresas sin tener pruebas en la mano”.

Luego de tres reuniones para solicitar neutralidad, el empleador más grande de México decidió abandonar todas las agrupaciones empresariales a las que pertenecía: la Coparmex, la ANTAD, la Canaco y la AmCham, entre otras.

“Antes de las elecciones presidenciales dejamos de participar en todos los comités empresariales porque estaban haciendo activismo; nosotros lo comentamos con todos los candidatos en su momento, que no teníamos a ningún favorito”, explica un alto directivo de Walmart.

La empresa de origen estadounidense llegó a pertenecer a 56 gremios empresariales en el país, pero se dio cuenta que siendo una de las compañías más grandes de México podía forma el suyo, sin recurrir a intermediarios.

“Somos tan grandes que la intermediación no la necesitamos, somos el empleador más grande de México. Muchas veces el intermediarismo no ayuda”, dice uno de sus vicepresidentes.

Walmart es uno de los grupos que mayor impacto —para bien o para mal— tendrá con la recientemente aprobada reforma laboral en el país, simple y sencillamente porque es uno de los mayores empleadores. Actualmente tiene 2 mil contratos colectivos y 45 sindicatos.

En esta tesitura es que podrían crear sus propios organismos de representación empresarial y laboral, como ya comienza a plantearse en otras grandes empresas asentadas en el país.

Los cambios en los liderazgos de la mayoría de las cúpulas empresariales como el CCE, el CMN, la Asociación Nacional de Bancos de México, y otros, apuntan hacia una nueva relación entre el poder político y el económico, como lo ha señalado el presidente López Obrador.

Lo que hemos visto hasta ahora en el discurso de los dirigentes de dichas organizaciones es que serán moderados y poco críticos. No serán un contrapeso. Con excepción de Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex, de quien aseguran se está preparando para buscar una candidatura hacia 2024.

El activismo empresarial no parece ser una buena apuesta en tiempos de la Cuarta Transformación, por y pese al gran poder que concentra el nuevo gobierno, pero tampoco parecer serlo estar muy cerca de Andrés Manuel López Obrador, porque puede resultar muy contraproducente. Ya lo vimos con el compadre y asesor del Presidente, Miguel Rincón, y con Ricardo Salinas Pliego, a quien le canceló un proyecto minero multimillonario.

La estrategia que tomó Walmart, de ser neutral e hilar fino en sus temas prioritarios con los integrantes del nuevo gobierno, parecer ser la más acertada en estos momentos.

El gran riesgo de no ser un contrapeso es que si las cosas se descomponen, muchos se lamentarán no haber sido críticos y proactivos en torno a los proyectos y políticas del nuevo gobierno.

Relevo en CitiBanamex. El relevo en la presidencia ejecutiva de CitiBanamex podría darse relativamente pronto, si las estrellas se alinean para Ernesto Torres Cantú. Su salida de México sería sólo para encabezar las operaciones del grupo en Latinoamérica, en lugar de Jane Fraser, quien pronto podría brincar a la dirección general de Citi si Michael Corbat asume la presidencia del poderoso banco, tras el retiro de Jamie Forese.

La gran pregunta es quién sustituiría a Torres Cantú. Uno de los más experimentados directivos del banco, Rodrigo Zorrilla, acaba de dejar la institución. Así que no hay muchas opciones, pero el que toma fuerza por la estrategia digital y la puesta en marcha de CoDi es el Chief Digital Officer del banco, Rodrigo Kuri, quien es muy cercano a Torres Cantú. Le falta experiencia en la operación financiera, pero dicen que podría ser la nueva revelación (y promesa) del grupo.

Twitter: @MarioMal Correo: 

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