La violinista Silvia Crastan acusó al director de orquesta Enrique Bátiz, en redes sociales y en medios de comunicación, de haberla violado en un hotel en Zúrich, en 1996.

En su defensa, el músico mexicano ofreció a EL UNIVERSAL dos cartas y una conversación vía Internet, evidencias de lo que considera acoso y extorsión de parte de la intérprete suiza, radicada en Londres. En entrevista, ella reconoce el material, dice estar sorprendida de que hayan sido conservadas por casi 20 años. Asegura que las envió con la intención de que él le ofreciera una disculpa y pudieran iniciar una relación amistosa. Además, niega extorsión.

En una carta enviada cuatro años después de la presunta violaciónSilvia Crastan envía a Bátiz su número telefónico y le pide que le llame cuando lo desee, además le cuenta sus planes de viaje y de trabajo; el otro documento es una postal con una obra de Chagall, sin fecha precisa, en español le desea felices fiestas decembrinas, le asegura que hará publicidad de su próximo concierto y se despide con saludos y besos.

El tercer envío es una conversación vía chat en la que ella asegura: “Quisiera tener una especie de compensación porque he luchado sicológicamente en los últimos 20 años porque me violaste (...)”. Al respecto, Crastan asegura que no se trató de una extorsión, sólo de un llamado a disculparse, y que hubo más cartas, en un principio, que fueron en un tono “furioso”.

La violinista Crastan ha tenido un largo día. Ha ofrecido entrevistas a más medios de comunicación y ha discutido con algunos reporteros en redes sociales. En su cuenta de Facebook desde muy temprana hora compartió que recientemente Enrique Bátiz se puso en contacto con ella, pero no le contestó porque no desea que él nuevamente le diga “cosas pervertidas”, sin embargo asegura que le envió un mensaje para explicarle por qué no puede perdonarlo y por qué se vio “forzada” a denunciarlo. Hasta ayer, ninguna institución mexicana la había contactado para conocer su versión.

—¿Reconoces las cartas y el chat?

—Sí, recuerdo las cartas. Me sorprende que Bátiz aún las tenga. Eran muy dulces, son del año 2000. Estaba pensando en que Bátiz no debió compartir cartas privadas con una tercera persona sin preguntarme. ¿Eso no es acaso una violación a la privacidad? Él no reaccionó a las cartas, pero obviamente le agradaron y las conservó. Datan del año 2000 cuando comencé a estudiar en Londres y trataba nuevamente de reconciliarme con Bátiz porque estaba buscando que él se disculpara y una amistad.

—¿Quieres explicar por qué los enviaste?

—Bátiz me ha dicho algunas veces que me quiere…, así que me dieron ganas de darle la oportunidad de disculparse y de probar si podíamos tener una verdadera amistad, pero no funcionó. Por alguna razón mantuvo estas cartas por tanto tiempo.

—No es mi intención ofenderte, pero no entiendo el tono amistoso de las cartas. ¿Por qué son amistosas?

—En primer lugar no tenía nada en contra de Bátiz, era amigo de mi profesor de piano y en 1999 me dio algunos contactos en Londres. Así que pensé que podría tratar de arreglar lo que pasó, decirme que lo lamentaba, pero no lo hizo. Ayer me llamó, no contesté y luego me escribió un mensaje de texto. ¡Me dijo que no fue una violación! Él piensa que fue sexo consensual, pero ¿cómo puede pensar eso?, ¿por qué piensa que realmente tuvimos sexo en Zúrich? No, no fue mi idea. Así que no estoy segura de si lo niega por razones legales o porque realmente cree que fue consensual. ¿Lo niega por culpa de una actitud sexual machista arraigada?

—Cuando le hablaste de compensación, ¿te referías a dinero?

—No, yo soy suiza... no busco dinero. Yo hablaba de que él hiciera algo para componer esto, reconociéndolo... disculpándose. Haciendo un cambio, ya no abusar más de los músicos de la orquesta o de otros... quiero ver un cambio... ¿Para qué necesitaría dinero? No necesito dinero, yo necesito ver algún cambio... cambio de su actitud.

—En español “compensación” puede ser leído como dinero.

—Bueno... créeme, nosotros tenemos bastante dinero en Suiza.

—¿Consideras que con las cartas amistosas que le enviaste, él pudo pensar que ustedes tenían una relación?

—Absolutamente.

—¿Te arrepientes de haberle escrito (a él) de esa manera?

—Es extraño que lo digas... ¿que hay de todas las chicas en México que ni siquiera se levantan y lo expresan? Ellas lo saludan de beso exactamente de la misma manera encantadora... él es un maestro de la manipulación, ¿tal vez? Y yo soy sólo una persona amable... ese es el problema, por eso él probablemente me quiere.

—Dijo que estaba analizando demandarte. ¿Qué piensas?

—No entiendo cuál es el punto, no tiene sentido.

—Apunta a la difamación.

—¿Me va a demandar por haberme violado y porque yo he sido una buena persona con él después de que lo hizo? Dile que sólo quiero que se disculpe. Sin demanda, disculparse es la palabra. Quiero que se disculpe en privado conmigo. El sexo no fue consensual y quiero que él lo entienda. Quiero que Bátiz entienda lo que estoy diciendo. No soy un político corrupto, soy una amable chica suiza que quiere ser escuchada.

—¿Y si no se disculpa?

—La compasión de Bátiz es como una piedra, le importa una mierda lo que digo... Incluso se le ocurrió que yo lo chantajee y habla de demandarme. Si dice que me quiere, ¿debería demostrármelo amablemente?, ¿o me quiere de este modo porque es un pervertido total? Vivo en Londres, no en México, ahora las personas puedan defenderse por sí mismas. No necesito ser la cara visible para hacer justicia a otras mujeres. Él no debe mezclar la “gran reputación” con ser un ser humano decente o amable. Si él me pide redención, lo perdonaré pero con la condición de que empiece a comportarse decentemente, que no maldiga ni sea tan arrogante con los músicos, que ya no sea insensible ni abusivo con las mujeres. Si muestra compasión y respeto, esa será mi “compensación”.

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