Leyenda del fútbol español, Fernando Hierro no solo asume el difícil reto de dirigir al equipo nacional durante el Mundial de Rusia, sino que además tendrá que hacer de bombero y apagar el enorme fuego creado en la concentración tras la destitución de Julen Lopetegui dos días antes de debutar.

Quién se lo iba a decir apenas 24 horas antes, cuando se sentaba en las pequeñas gradas del campo de entrenamiento de la Academia de Fútbol de Krasnodar para presenciar bajo la sombra los ejercicios ordenados por Lopetegui para sus futbolistas. Ahora, a sus 50 años, él es el seleccionador nacional de España.

Hierro llega al banquillo con la única experiencia de una temporada (2016-17) como entrenador en el modesto Oviedo, de la segunda categoría del fútbol español. No ascendió al equipo y regresó a su antiguo cargo como director general deportivo de la Federación Española de Fútbol.

Antes fue un jugador de leyenda, un histórico del fútbol español. Málaga y Valladolid fueron sus primeras experiencias como futbolista antes de fichar en 1989 por el Real Madrid. En el club blanco se convertiría en un jugador histórico.

Hierro revolucionó el puesto de central. Junto a una indiscutible dureza, poseía un magnífico sentido táctico y un impresionante golpeo de balón. Sacaba la pelota jugada con toda limpieza y, no menos importante, poseía un innato sentido para el gol, una virtud casi desconocida para su puesto de zaguero.

Hubo una temporada, la 1991-92, en la que marcó la espectacular cifra de 23 goles en 46 partidos. El técnico serbio Radomir Antic incluso llegó a alinearlo como medio centro para explotar sus dotes anotadoras y acercarlo al área. También lo haría en la selección con Javier Clemente.

Jugó 14 temporadas en el Real Madrid y salió del club blanco por la puerta de atrás después de un amargo enfrentamiento con el presidente, Florentino Pérez. Hierro fue tan conocido por su calidad futbolística como por su poca habilidad para las relaciones públicas.

En la selección española también marcó una época con 89 partidos internacionales y 29 goles, aunque nunca pudo ganar ningún trofeo con el combinado nacional.

Tras jugar una temporada en el Al-Rayyan de Qatar y otro año en el Bolton inglés, decidió retirarse en 2005. Se sacó el título de entrenador y en 2007 ingresó en la Federación Española de Fútbol de la mano del entonces presidente Ángel Villar, como director deportivo.

En 2014 se incorporó como ayudante de Carlo Ancelotti en el Real Madrid, pero la aventura sólo duró una temporada. Dos años después tuvo su primera experiencia como entrenador, y última hasta la fecha, al dirigir una temporada al Oviedo. Sin éxito.

En 2017 regresó a la federación como director general deportivo y con ese cargo aterrizó a Krasnodar, el "cuartel general" de la selección española en el Mundial de Rusia. Y de allí, pronto o tarde, se marchará como seleccionador.

Su tarea es de proporciones mastodónticas. No sólo dirigirá a la que hasta ahora -antes de la destitución de Lopetegui- era una clara candidata al título, sino que deberá pacificar un ambiente sumamente enrarecido tras el despido.

Como primera medida, tendrá que comenzar intentando imponer su liderazgo dentro de un vestuario que deseaba la continuidad del anterior seleccionador. El tiempo es escaso, pues España debuta el viernes en Sochi ante el Portugal de Cristiano Ronaldo, principal rival en el Grupo B.

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