Los Chiefs de Kansas City estarán en el juego por primera ocasión en 50 años y se enfrentarán a los 49ers de San Francisco, que tienen la oportunidad de ganar su primer título de la NFL en 25 años.

Y el partido regresa a Miami por primera vez en una década, atraído luego de una remodelación del estadio que tuvo un costo de más de 550 millones de dólares.

Y es que el estadio de los Dolphins, que abrió sus puertas en 1987, necesitaba una remodelación significativa para continuar formando parte del sistema de rotación del Super Bowl.

El propietario del equipo, Stephen Ross, y que también es dueño del inmueble, gastó dinero de su bolsillo en la renovación de varios años.

“El Super Bowl no estaría aquí si no hubiera sido por la enorme inversión privada de los Dolphins”, dijo Rolando Aedo, ejecutivo de la Greater Miami Convention and Visitors Bureau.

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Diez años entre ediciones de Super Bowl igualaron la racha de ese tipo más larga para Miami. “Fue doloroso”, comentó Rodney Barreto, presidente del Super Bowl Host Committee de Miami.

“Pero todo el crédito es para Stephen Ross, quien firmó el gran cheque para modernizar el estadio”. Las mejoras en el Hard Rock Stadium incluyeron nuevos asientos, palcos, concesiones, baños, puentes y túneles para transeúntes y un toldo para proteger a los asistentes del sol y la lluvia.

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Árboles y plazas nuevas transformaron el terreno a algo más que un estacionamiento y ahora el complejo alberga el torneo de tenis Masters de Miami.

El estadio se encuentra en el suburbio de Miami Gardens y también es anfitrión del juego por el Campeonato Nacional del fútbol colegial, de juegos de los Hurricanes de Miami, de partidos de fútbol internacionales y conciertos.

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