Siete países de la Organización de Estados Americanos(OEA), entre ellos México, presentaron ayer un proyecto de resolución “sobre la situación en Venezuela” --borrador que se espera que pueda someterse a votación este martes-- y en el que invocan la aplicación del artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana contra Venezuela.

De aprobarse el texto tal y como aparece en su primera versión, se convocaría a una reunión extraordinaria del organismo para constatar la ruptura democrática en Venezuela y “tomar la decisión de suspenderlo” de la OEA.

“La suspensión no es una meta en sí misma, pero mostraría que la OEA respalda sus palabras con acciones y enviaría una señal poderosa al régimen de Maduro”, sentenció el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, uno de los países impulsores de la expulsión de Venezuela del organismo y que aseguró que “no hay un reto mayor hoy en día que el desmantelamiento de la democracia y el descorazonador desastre humanitario en Venezuela”.

Para ello, sería necesario el apoyo de dos tercios de los integrantes de la OEA -24 votos-, cifra que los impulsores de la medida confesaron que todavía no tienen pero podrían “estar cerca”.

El canciller mexicano Luis Videgaray Caso advirtió ante la Asamblea General de la OEA, que inició ayer en la capital de Estados Unidos, que México “no se va a callar” ante las “rupturas democráticas” en el continente, referencia poco velada a la situación que vive Venezuela -país al que no citó en ningún momento, pero que centró la primera jornada del encuentro continental.

“México seguirá haciendo sus mayores esfuerzos democráticos para promover que la democracia se establezca donde se ha roto, en cualquier rincón del continente”, resumió el canciller, promocionándose como uno de los principales países de la región en la exigencia de cambios para superar la crisis venezolana.

Para Videgaray, defender la democracia es una “obligación jurídica”, y criticó que el gobierno venezolano se escude en los derechos de autodeterminación y soberanía para no aceptar la crisis democrática que vive.

“Invocar estos principios para proponer la indiferencia no es otra cosa que convocar a una complicidad tácita, a no atrevernos a señalar lo que ocurre de mal en un país para que no nos señalen a otros, o simplemente a mirar al techo cuando la democracia se colapsa en beneficio de unos cuantos y en perjuicio de todos los demás”, dijo.

Por su parte, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, se convirtió en el protagonista de la primera sesión, respondiendo a cada representante que citaba y expresaba la voluntad de cambios en la situación en su país.

Arreaza recuperó la fraseología habitual de los representantes de su país para atacar a la OEA, un “cártel organizado” contra su país liderado por el “sicario general”, referencia al secretario general Luis Almagro.

Tampoco tuvo buenas palabras para Estados Unidos, a quién criticó de ser “dueño del circo” del organismo hemisférico.

“Estamos contando los días [para abandonar la OEA]”, reiteró una y otra vez el canciller venezolano, recordando que su país, ante los “golpes continuados” contra su país, decidió acabar con su pertenencia a la organización.

“¿Cómo nos van a suspender de donde ya nos fuimos?”, ironizó Arreaza, bromeando con que Venezuela está dispuesta a “regalar [la OEA a Estados Unidos], si quieren le damos un lacito y se la entregamos”. “Nunca volveremos a ser colonia de nadie”, sentenció.

Arreaza, que criticó el “ignominioso muro” que insistentemente quiere construir el presidente de EU, Donald Trump, en la frontera con México, así como la política migratoria estadounidense, clamó por una “unidad de América Latina” contra Estados Unidos, “agresor” y “actor injerentista”, en parte culpable de la situación en Venezuela por sus sanciones y supuestas directrices con las que domina la OEA.

Por otra parte, en su intervención Videgaray también pidió a la OEA “alzar la voz” en la defensa de la “dignidad y los derechos humanos” de los migrantes, y reconocer su “valor” en los países de destino.

Videgaray reiteró que la política exterior de México “no cree en los muros, cree en los puentes construidos en los pilares del derecho institucional, de la negociación y de resolver las diferencias” a partir de encontrar puntos de encuentro.

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