La primera ministra británica, Theresa May, designó ayer como nuevo ministro del Brexit a Stephen Barclay, después de que Dominic Raab renunciara al cargo por su desacuerdo con el pacto alcanzado con Bruselas sobre la salida del país de la Unión Europea (UE).

Barclay, de 46 años, era hasta ahora secretario de Estado de Salud y Cuidados Sociales en el gabinete de la jefa de gobierno y defendió el proceso antes del referéndum de 2016.

Downing Street, despacho oficial de May, también confirmó que Amber Rudd, antigua titular de Interior, regresa al Ejecutivo para ocupar la cartera de Trabajo y Pensiones que dejó libre Esther McVey al dimitir.

La reina Isabel II aprobó los nombramientos un día después de que Raab y McVey se sumaran a una serie de renuncias de altos cargos en el Ejecutivo británico en protesta por un acuerdo sobre el Brexit que, en su opinión, mantendrá a Reino Unido demasiado ligado a las estructuras comunitarias tras la ruptura.

Además, May recupera para su gabinete a Rudd, de 55 años, una de sus aliadas políticas más antiguas, quien se vio forzada a dimitir en abril por un escándalo sobre el establecimiento de cuotas anuales para deportar a inmigrantes ilegales.

Al contrario que Barclay, la nueva titular de Trabajo defendió la permanencia del país en la UE antes de la consulta de 2016, en la que 51.9% de los votantes respaldaron el Brexit.

Su regreso al gobierno tras el escándalo por la política de inmigración ha levantado críticas de la oposición laborista. Rudd estuvo involucrada en el caso de la llamada “generación Windrush”, miles de personas que llegaron a Reino Unido entre 1948 y 1973 procedentes de países caribeños, que en los últimos años han visto como pasaban a ser inmigrantes ilegales a pesar de haber residido en el país durante décadas.

Defiende planes. Pese a las críticas y cambios, May insistió en seguir adelante con el borrador de acuerdo alcanzado con Bruselas y recibió el apoyo de algunos de sus ministros.

“Traigo el que creo es el mejor acuerdo para Reino Unido”, se defendió May en una entrevista con la emisora de radio LBC, después de que el jueves su gestión fuera criticada por muchos parlamentarios en la Cámara Baja.

Muchos de los diputados del Partido Conservador de May votarán en contra del preacuerdo y lo mismo pretende hacer el partido norilandés DUP, del que depende May para poder gobernar. Tampoco los laboristas están a favor del texto acordado, pero parece que la premier intentará lograr el respaldo de algunos miembros de la oposición. “Cuando se presente la votación, cada parlamentario decidirá individualmente cómo votar, ya sean del DUP [Partido Unionista Democrático, de Irlanda del Norte], conservadores o laboristas”, dijo May.

Algo de oxígeno dio ayer a la premier el apoyo que le manifestó su ministro de Medio Ambiente, Michael Gove, con cuya posible dimisión habían especulado los medios. Su salida del gobierno habría sido un nuevo duro golpe para May.

La UE celebrará una cumbre extraordinaria para abordar el preacuerdo el 25 de noviembre. El presidente de turno del bloque, el canciller austriaco Sebastian Kurz, pidió a los diputados británicos que apoyen lo pactado.

La cuestión más controvertida de las negociaciones fue la de evitar una frontera física irlandesa, pues la región británica de Irlanda del Norte quedará fuera del bloque mientras que la República de Irlanda permanece dentro. Según el borrador de acuerdo, si no se encuentra una solución mejor, todo Reino Unido seguirá temporalmente formando parte de la unión aduanera transcurrido el periodo de transición, que termina a finales de 2020.

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