Han pasado 20 años desde la última vez que el sacerdote Carlos López Valdés agredió sexualmente a Jesús Romero Colín. Durante media década, Jesús fue víctima de abuso sexual, lo que le dejó una huella que no puede borrar.

“Este tipo de agresiones no se borran, las puedes trabajar y controlar, pero al final siguen presentes. Con el paso del tiempo te das cuenta de que ciertas cosas te dan miedo y te recuerdan una sensación de traición”, afirma la víctima.

La primera vez que el sacerdote agredió a Jesús fue cuando tenía 11 años. Acababa de ingresar como acólito a la parroquia de San Agustín de las Cuevas, en Tlalpan, y el comportamiento del sacerdote le empezó a generar temor. “Yo le comenté mi intención de volverme sacerdote. Él me dijo que me ayudaría y le pidió a mis padres que me dejaran quedar a vivir en la Iglesia bajo el pretexto de que él sería mi guía, pero no pasó mucho tiempo cuando el sacerdote me empezó a manosear. Así siguió hasta llegar a la penetración”, narra.

Para Jesús, Carlos López era como un padre: “Como víctima se te revuelve todo porque un sacerdote no sólo es la figura que admiran todos los feligreses, también es portador de algo que tú crees bueno porque estás en la casa de Dios. Él siempre justificaba sus abusos diciendo que eran una muestra de cariño”.

Historias como las de Jesús son las que escuchan los líderes de la Iglesia católica reunidos desde ayer y hasta este domingo en el Vaticano en una cumbre histórica contra la pederastia convocada por el papa Francisco.

Con motivo de ese encuentro, el mexicano fue invitado la semana pasada a una reunión entre víctimas de miembros del clero y representantes de la Iglesia católica. Durante la junta, Rogelio Cabrera, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), escuchó los testimonios de los asistentes y sus propuestas para prevenir el abuso sexual.

Jesús pudo relatar una de sus experiencias más traumáticas: “Era Nochebuena, pensé que no iba a suceder nada ese día, pero en la madrugada el sacerdote me violó. Para mí era terrible porque fue en el natalicio de Jesucristo, un día que yo consideraba sagrado. Carlos Valdés era la representación de Dios para mí, y en ese momento sentí como si Dios estuviera abusando de mí”.

Complicidades. A sus 36 años, Jesús sigue acudiendo a terapias sicológicas y mantiene un conflicto legal. El joven comparte con EL UNIVERSAL que este año iniciará una demanda contra los obispos Jonás Guerrero y Marcelino Hernández, quienes, a decir de Jesús, participaron en el encubrimiento de su agresor sexual.

“Hay un documento donde estos obispos enfrentan a Carlos López y escriben: ‘En reiteradas ocasiones te hemos dicho que te cuides respecto a lo que es tu salud, para que evites un escándalo dentro de la Iglesia y no has querido hacernos caso’”.

Según Jesús, la carta de la que tiene posesión demuestra las complicidades entre todos los religiosos y revela que Carlos López abusó de más niños, porque el documento fue escrito antes de que el sacerdote recibiera su primera denuncia.

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