Robar un barniz, un champú, una lata de frijol, perfumes, desodorantes, cervezas, dulces, quesos, un bolillo, paquetes de jamón, tabletas electrónicas y audífonos le costó al país 160 mil millones de pesos el año pasado, cifra que aumentó 15% con respecto a 2016, según la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD). Especialistas coinciden en que este ilícito se mantiene vigente, porque la gente cree que robar “poco” no tendrá un castigo o se aprecia como una travesura.

La ANTAD reveló que son el Estado de México, seguido de Veracruz, Ciudad de México, Chiapas y Puebla, las entidades con mayor robo hormiga; y que de enero a julio de 2017, el farderismo incrementó 35% comparado con 2016, lo que significan 10 mil robos más; muchos de ellos no llegan a denunciarse.

Destacó que quien comete este tipo de delito no lo hace por hambre sino con la intención de revender los productos, en específico en fechas festivas como Día de Reyes, del Niño, 10 de Mayo y Navidad, temporadas en que el robo hormiga incrementa hasta 40%.

Karina Soriano, abogada de la empresa Alto México, comentó en entrevista con EL UNIVERSAL que de 2013 a 2017 ese delito subió 152%, mientras que en 2013 registraron 4 mil 900 denuncias, en 2017 reportaron 12 mil 350.

“Se piensa que tomar algo pequeño no te llevara a la cárcel, es una percepción que debe cambiar. Así sea un objeto de un peso, es robo, no es una travesura ni una aventura para sentir adrenalina, sino que es un delito y hay que perseguirlo”, subrayó.

Los “farderos” ocultan lo robado en prendas de vestir. En grupos de cinco o más personas distraen a los cajeros o vigilantes para sacar mercancía. Bandas organizadas de más de nueve personas se separan a lo largo del local para llevarse productos y luego venderlos en tianguis.

En cuanto al perfil de quienes incurren en el robo hormiga, Alto México ha identificado al menos cinco tipos de ladrones. Más de 50% son personas que hurtan cosas pequeñas y pueden esconder con facilidad, cuando los “cachan” emplean estrategias de manipulación para evitar ser castigados como el llanto, “o jurar que lo hicieron por necesidad”; 15% de los ladrones son impulsivos, “ellos no planificaron el robo, lo hicieron sin importar el valor del producto y cuando los detienen se muestran sorprendidos porque se trata de un proceso traumático que les causa culpa y vergüenza”.

Otro 15% corresponde a personas que han cometido más robos, pero lo han hecho como parte de un reto personal o de otros grupos: “Reconocen que cometieron un delito y es poco probable que reincidan”. Además, 12% son criminales semiprofesionales, el robo hormiga es parte de su estilo de vida.

“Lo hacen para vender, creen que son como Robin Hood, que le quitan al que más tiene para darlo al más pobre, pero no es así”; por último, 3% lo hace porque pasa por problemas emocionales como la depresión. “Incurren sin darse cuenta o sin darle importancia, si los agarran infraganti muestran culpa y se deprimen”.

Gabriel Regino, abogado penalista y ex subsecretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México, coincidió con Soriano en que “el delito no amerita prisión, se permite que los ladrones lleguen a un acuerdo reparatorio y paguen la mercancía que trataron de robar, aunque deben tener claro que la posibilidad de llegar a un arreglo es válida sólo una vez”.

Enfatizó en la importancia de llevar un registro puntual de las personas que celebran estos acuerdos, “porque así, si robaron en la Ciudad de México y lo hacen de nuevo en Aguascalientes, tendrán un antecedente y como reincidentes ya tendrían que pisar la cárcel”.

Eduardo Calixto, jefe de neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, expresó que estos ilícitos se han normalizado por la expectativa que tienen los delincuentes de “ayudar a quien menos tiene y castigar a los que creen que se les puede quitar algo, sin tomar en cuenta el daño que ocasionan a otras personas que tienen que pagar por lo que robaron”.

Agregó que también se han dado casos en los que artistas han realizado este tipo de robos y la gente se los festeja, “un adolescente que está en busca de su identidad social copiando patrones de las personas piensa que si alguien como Winona Ryder, Madonna y LeBron James roban y no pasa nada, con ellos será igual”. De los objetos hurtados, 70% lo ocupan la ropa, desodorantes, maquillaje, jabones y artículos de uso personal y 30% corresponde a alimentos como bolillos, jamón, queso, aparatos electrónicos o artículos para el hogar.

El robo hormiga tiene variaciones, por ejemplo, en mayo es normal que sea ropa, chocolates y perfumes porque se acerca el Día de la Madre, en el caso del Día del Niño y de Reyes Magos los productos más sustraídos son los juguetes.

“Cuando se roban alimentos, no son de primera necesidad o de la canasta básica para alimentarse, son por lo regular, personas que eligen productos gourmet o que tienen un costo elevado para poderlo consumir”, indicó Karina Soriano.

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