En el panteón del excentro penitenciario también está la tumba del interno al que se le conoció como El Ranchero Hippie, porque traía siempre su guitarra, un sombrero y cantaba corridos.

Se enamoró de una enfermera del hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero nunca fue correspondido, relata Rojeiro Estrada.

El empleado comenta que en un estado de depresión por su decepción amorosa decidió aventarse del faro para suicidarse: “Cayó sentado y vivió menos de una hora, fue atendido por personal del IMSS, pero lamentablemente falleció”.

Esto sucedió, agrega, por el año 1992. El Ranchero Hippie fue trasladado como reo a las Islas Marías por el delito de robo y su tumba está pérdida entre la maleza del descuidado panteón.

“Están enterrados también empleados que fallecieron aquí, uno de ellos se llamaba Modesto Espinosa Mézquita, era oficial de seguridad y cuando falleció las autoridades querían sacar sus restos de Islas Marías, pero sus familiares dijeron que una de sus últimas voluntades fue quedar enterrado aquí”, añade.

La directora del expenal de las Islas Marías, Gabriela Cerón Ramírez, explica que hay un total de 169 lápidas de presos, así como de sus familiares y de empleados que decidieron permanecer para siempre en el archipiélago.

“Aquí hay restos de niñas, internos, familiares de reos, empleados de la comunidad penitenciaria”, comenta en entrevista con EL UNIVERSAL.

Cerón Ramírez afirma que cuando inició operaciones el penal murieron familias enteras que vivían con los presos por problemas de salud y epidemias.

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