Como un Sansón invicto, Morena impone estilo, modo y ritmo, como la aplanadora que es, y vence a un PAN belicoso, cuya fuerza se reduce a 24 votos, insuficientes para ejercer presión y salirse con la suya como era su costumbre.

Esta es la guerra. Pero muy desigual. Un enflaquecido PAN, con 24 votos, se ha decidido a confrontar a Sansón y sus coaligados del PT y PES, que juntos suman 70 escaños.

El PAN se lanza contra un acuerdo “mordaza”, que obliga a que en cinco minutos, en vez de 10, un senador diga lo que quiera de una iniciativa propia en tribuna. Se aferran, se cubren la boca con parches, se salen del salón de sesiones, deploran que no se respeta la libertad de expresión.

Esto ocurre cuando la sesión es joven, casi cinco horas antes de que acabe. José Narro Céspedes (Morena) dice que “el PAN quiso que sacáramos [del orden del día] el convenio 98 de la OIT, y nos quisieron chantajear”.

Entre los escaños, el ánimo lopezobradorista es desbordante en decisión y entusiasmo. La senadora Alejandra León Gastélum, conocida en redes como #LadyChampagne, por haber celebrado triunfos políticos con esa bebida, declara su satisfacción de que ya se deshicieron del PRIAN. Resulta que los priístas secundaron a los panistas.

Por el PRI está Jorge Carlos Ramírez Marín, en su papel de vicepresidente de la Mesa Directiva, quien escucha a la bajacaliforniana decir: “Creo que he tenido un sueño hecho realidad, un Senado sin el PRIAN”.

Pide que la legisladora retire del Diario de los Debates esas palabras. Y sucede que ella se echa para adelante y sostiene sus palabras.

Sin embargo, la bancada de Morena y sus amigos está incompleta. No estarán Olga Sánchez Cordero, ni Arturo Durazo Montaño para los momentos estelares que suceden.

Está el análisis de la política exterior que reportó el presidente Enrique Peña Nieto en su último informe. Y los panistas, que son destacados legisladores en el tema, no están presentes. Ni hacen falta, pues Morena, PT, PES, MC y PRD despluman el trabajo de la cancillería y, sobre todo, la relación con Donald Trump.

Peña Nieto tiene defensoras de lujo: Beatriz Paredes, quien ha sido embajadora en Cuba y Brasil, así como presidenta del PRI y legisladora; Claudia Ruiz Massieu, ex secretaria de Relaciones Exteriores y líder nacional priísta. Tienen las tablas para no confrontarse con Sansón. Ambas, cual Dalila, dejan tijeretazos en la melena del poderoso grupo, al que le dicen que frente a Trump, el actual presidente ha sido responsable y que esa llegada a la Casa Blanca (la de Washington), de plano fue inesperada.

Hace poco tiempo, todavía en agosto, un arrebato del PAN encendía las alarmas de los puntos de control del gobierno. Eso ya fue. Acá a Morena poco le importa.

Antes bien, los acuerdos de reparto de las comisiones están incompletos, porque esa mayoría, que es una aplanadora como no se veía desde la primera parte de la década de los noventa, quiere para sí todo lo mejor.

El arrastre con el que ganó Morena da para algunas anécdotas, como el hecho de que en la Legislatura hay nueve médicos y algún licenciado en Ciencias de la Salud. Y al parecer todos son de Morena y, por supuesto, todos quieren estar en ese espacio.

Ha llegado la hora de un debut que quedará para la historia de esta Legislatura: toca al líder minero Napoleón Gómez Urrutia sustentar a favor de la aprobación del Convenio 98 de la OIT, referente a la libertad de sindicación y al derecho de contratación colectiva.

Llega a la tribuna este hombre que estuvo 12 años en el exilio y que ha reaparecido en México, aquí, en el Senado, en una cápsula de seguridad y de poder, de fuero. Habla como poderoso, tiene ademanes de poderoso, su retórica es para más de un salón de sesiones de 128 sillones. Habla con el empuje que los líderes sindicales usan en sus arengas.

Remarca que esto es historia y que todo empezó el 1 de julio. Enciende al pasto seco que es su bancada. Y las ganas de proclamar que apoyan ese convenio se expresa en una lista de ocho oradores a favor, cuando se tiene que intercalar a favor y en contra.

Con una personalidad serena, a prueba de todo, el líder de la CTM, Carlos Aceves del Olmo, sentado en su silla de ruedas, en tribuna, pide a Morena que “no utilice la aplanadora”.

Llama a que en vez de pasar encima de todo, “vayamos trabajando juntos”. Persuasor, Aceves del Olmo dice quién es él: “Fui obrero nueve años y sé lo que se siente recibir el sobre de pago con poquito dinero; como líder de la CTM, mi pasión es que en la mesa de los trabajadores haya alimento, dinerito para otras cosas, que se haga justicia”.

En tanto, en la Cámara de Diputados, la sesión se corona con una pifia del líder del PRD, Ricardo Gallardo, quien en tribuna dice un “ponido” en vez de “puesto”. Los nuevos tiempos del Congreso.

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