Suceava, Rumania.- La guerra que inició en Ucrania obligó a mexicanos, algunos con toda una vida en suelo ucraniano, a salir huyendo en medio de bombardeos, toques de queda y el sonido de las sirenas. Atrás dejaron seres queridos, sus hogares, sus mascotas…

En el camino se encontraron a decenas de miles de personas, todas con el mismo objetivo: ponerse a salvo. Filas interminables de autos, escasez de gasolina, los obligaron a optar por caminar, bajo la nieve que cae de forma intermitente y un clima que se mantiene a un grado centígrado, o menos, hasta la frontera con Rumania.

Para aquellos que salen en auto, el periplo inicia cuando la gasolina comienza a escasear, pues no solamente hay encontrar una estación para recargar, sino que solamente les venden 20 litros por auto, y así para recorrer hasta 600 kilómetros.

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Todavía en los primeros días de febrero, cuando la tensión comenzó a notarse, la embajada de México en pidió a los connacionales tener calma, mantenerse atentos a las noticias locales y sobre todo, verificar que sus documentos estuvieran en orden.

Para el 14 de febrero la representación diplomática advirtió de una evacuación de mexicanos para el 16 de febrero y así ocurrió.

Pero la indicación fue clara: no mascotas. Además de que quien pudiese moverse por sus medios, que así lo hiciera.

Hoy, hay 26 mexicanos albergados en un hotel de la ciudad de Suceava, Rumania, a la espera de ser trasladados hasta el avión que el gobierno mexicano dispuso para la repatriación.

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“A mi bebé no la dejo”

Ivette Rossano, chihuahuense y quien llegó a Ucrania en febrero de 2021, estuvo incrédula en algún momento. Es más, todavía un fin de semana previo a que algunos mexicanos fueron evacuados, ella disfrutaba en un bar acompañada de amigos ucranianos, alemanes y de Estados Unidos.

Sin embargo, llegó el día en que un estallido cerca del departamento en el que vivía cimbró paredes y ventanas. Otra señal fue la presencia de tanques militares en el lugar en donde vive.

Entonces, al lado de su esposo ucraniano, su hijastro de nueve años, de su cuñada, y de Ramona, su perrita salchicha, decidieron emprender el camino en una caravana de tres autos que intentaron cruzar la frontera con Rumania.

“A mi bebé no la dejo”, comentó esta mexicana a EL UNIVERSAL.

La travesía de esta familia en donde Ramona está incluida y regresará a México, fue larga. Tuvieron que recorrer casi 600 kilómetros para llegar hasta el lado rumano. Rentó junto con familia, un auto para desplazarse. Sin embargo, terminaron por dejarlo en el camino.

“Empezamos a avanzar pero muy lento, pues la fila de los autos era muy larga. El problema es que la gasolina se empezó a acabar y la racionaron. Entonces era buscar en dónde cargar gas y cuando llegamos a cargar, solamente nos dieron 20 litros”, expresó.

Con Ramona en sus brazos, todo el tiempo , relató que ya cerca de la frontera con Rumania, ante la imposibilidad de seguir avanzando con normalidad, tomaron la decisión de abandonar los automóviles.

“Esto ha sido una pesadilla, pero estamos bien”, declaró. Ahora, su plan es regresar a Chihuahua, con su familia.

La vida


Después de 32 años de vivir en Kiev, la capital ucraniana, la mexicana Alba Becerra tiene que abandonar su casa y regresar a su natal Nayarit.

Pero regresa, principalmente, para poner a su hijo a salvo, evitar que sea reclutado por el ejército de Ucrania para hacer frente a los rusos.

Alba llegó el lunes pasado a Suceava para reunirse con los mexicanos que allí se encontraban.

Dejó su casa a toda prisa. “Hubo un bombardeo el aeródromo cerca de mi casa. En ese momento todo vibró, las macetas de mi casa se cayeron y rompieron. Fue entonces que decidí que era hora de irnos”, relató.

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Acompañada de su hijo de 25 años, quien es débil visual; y también de su nuera, rentaron un auto para salir en compañía de otra familia mexicana y de paso unas personas de nacionalidad peruana.

“Pasamos cuatro días en el carro, pasamos por un camino complicado porque debido al tráfico tuvimos que buscar camino para llegar a la frontera, detalló esta mexicana, con el cansancio reflejado en el rotro.

“Pero llegó un momento en que ya no avanzamos, tuvimos que dejar los carros y caminar, porque ya no se avanzaba”, indicó.

En el camino, se encontró con ucranianos que entregaban comida a quienes buscaban salir del país.

“Tengo derecho a decir que Ucrania es un pueblo excepcional, no se merece esto. Putin es un Hitler contemporáneo”, exclamó con la voz entrecortada.
 
Después de 32 años de vivir en Ucrania, Becerra se va con la preocupación de dejar atrás a su exesposo, de nacionalidad ucraniana, así como a los padres de su nuera, que están refugiados en un sótano. También deja atrás a los seis gatos con los que convivía, y que quedaron a resguardo de una familia ucraniana.


‘Nos ibamos’

Luis Estrada tenía planeado regresar a México con su familia desde antes que estallara la guerra, pero el conflicto lo obligó a acelerar sus planes.

El día que empezaron los bombardeos, se encontraba en la ciudad de Ivano Frankivsk, lugar al que llegaron los primeros mexicanos evacuados por la embajada.

“Decidí hablar a la embajada. Me dijeron en dónde estaban y los alcanzamos en el hotel, así pudimos cruzar”, señaló.

Su esposa es de Ucrania y su pequeña hija nació en ese país. Luis tenía dos años de no ver a su familia, debido a que la pandemia del Covid-19 lo sorprendió en China, por lo que no pudo salir y su esposa tuvo que pasar el embarazo y parto, sola, en Ucrania.

Luis regresó a Ivano Frankivsk simplemente para arreglar los documentos de su hija. Ahora sale con la premura que deja una guerra y se irá a vivir a Mazatlán, Sinaloa.

Me quedo

Larisa García llegó a Kiev desde 1995 y aunque ahora tuvo que dejar el país por el conflicto, está decidida a volver.

Los bombardeos la convencieron de que era hora de irse. Pero el camino fue complicado, y apenas se acercaba la noche, había que buscar dónde guarecerse, por el toque de queda.

El recorrido hasta Suceava le tomó cuatro días y se quedó a descansar con el grupo de mexicanos reunidos para salir a México.
Sin embargo, ni ella ni su hija volverán a tierras mexicanas.

“Yo no voy a México, me regreso a Kiev. Yo no quiero ir a México como refugiada”, exclamó. Este miércoles, Larisa se trasladará a Bucarest, la capital rumana, donde planea alquilar un departamento. Allí esperará el momento de regresar a Ucrania con su esposo y su madre, si no es que salen ellos antes de la capital ucraniana.

Gloria a Ucrania

Su enojo es tan grande que no lo pudo ocultar. Rosalía Tovar, llevaba viviendo en Kiev 10 años, dando clases de español a menores.

Con la bandera de Ucrania en la mano y dos letreros mediante los que pidió que se detenga la guerra, Rosalia gritó que sufre porque la gente ahora ha tenido que buscar refugios y vivir en sótanos.

Ella es de León, Guanajuato y regresará ahí para reunirse con su familia, que vean que está sana y salva. Su deseo es regresar a Kiev a ayudar a quien lo necesite, pero sobre todo a la reconstrucción que haya que hacer.

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