“Cuando me dijeron que tenía cáncer, sentí que caía en un pozo profundo y oscuro, pensé que me iba a morir, fue una combinación de rabia, impotencia y tristeza”, comenta Rebeca Domínguez, sobreviviente de cáncer de mama, quien busca dedicar ahora su vida a que las mujeres prevengan este tipo de enfermedades y sobre todo se atiendan a tiempo.

Rebeca, de 52 años de edad, recuerda entre lágrimas que todo el proceso ha sido muy duro y difícil, el golpe más impactante fue en diciembre del 2012 cuando tras una revisión de rutina le comentaron que podría haber “algo raro” en su seno izquierdo, por lo que le mandaron a hacer estudios y resultó que en efecto tenía cáncer “me diagnosticaron en la etapa 3B, a un paso de la muerte, pensé que ahí se terminaba mi vida”.

Además, dijo: “fueron muchas emociones a la vez, me sentía confundida, tenía temor, fue algo muy difícil, algo que te impacta demasiado, no lo puedes creer, verdaderamente de terror, me dio mucho miedo por mi hijo, soy madre soltera y pensé que dejaría a mi hijo solo”.

Indicó que desde que comenzó el tratamiento, los doctores fueron claros con ella y le dijeron que aunque había la posibilidad de erradicar el cáncer, la realidad es que se encontraba ya en una etapa muy avanzada por lo que también había muchas posibilidades de que no sobreviviera “la verdad me dieron pocas esperanzas”.

Recordó que fue prácticamente un año y medio de quimioterapias, primero con una sustancia que no le funcionó y después le cambiaron el medicamento por uno aún más agresivo, este periodo fue también muy duro, la primera que le pusieron era cada 21 días en la clínica 50 del IMSS, después le aumentaron la dosis a una cada semana “la primera vez que entras a la sala de quimioterapia te quedas en shock, toda la gente en sus sillones, conectados, con un olor muy particular en el salón, era el olor de la muerte”.

Añadió que aunque fue muy duro y sufría mucho cada vez que tenía que ir a la terapia, porque era sentarse toda la tarde, llegar los jueves desde las 15:00 de la tarde y se salir hasta las 22:00 de la noche, sufriendo las secuelas todo el fin de semana, vómito, diarrea, estreñimiento, nauseas, agotamiento extremo, “pero es preferible tener este dolor sabiendo que es la esperanza para sobrevivir, hay que luchar, no hay que rendirse”.

Explicó que después está el tema de la mastectomía, es decir, la extirpación de la mama, su doctora se lo recomendó y para no arriesgarse decidió hacerlo con sus dos senos ante el temor de que pudiera aparecer también en el derecho “fue algo también muy difícil, pero desde antes yo misma me hacía a la idea, después verme al espejo fue duro, fue un golpe a mi autoestima, pero siempre tuve claro que antes de cualquier aspecto estético prefería vivir”.

Rebeca refiere que tras el año y medio le comentaron que afortunadamente ya no se podían apreciar en los ultrasonidos y estudios algún rastro de las células cancerígenas, de cualquier forma por cinco años debe de estar en revisión constante cada seis meses para verificar que no vuelva “cada vez que voy, me da temor pensar que me digan que me volvió a salir”, este 2018 es el último en que tiene estas revisiones semestrales y no le han encontrado nada, a partir de 2019 y de por vida las revisiones serán anuales.

Asimismo Rebeca asegura que ahora siente que su misión en la vida es ayudar a todas las mujeres a enfrentar este mal “sé que da miedo, pero ese miedo hay que convertirlo en fortaleza, porque siempre hay algo o alguien por quien vivir, empezando por uno mismo, a las mujeres de más de 40 les digo que tienen que hacerse su revisión y la mastografía hoy mismo, cuanto antes posible se detecte un cáncer, menos complicado es combatirlo y a las mujeres de menos de 40 les digo que se cuiden, que lleven una vida sana y estén siempre en alerta porque cada vez el cáncer de mama aparece en mujeres más jóvenes”.

samuel.estrada@clabsa.com.mx

vkc

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