En el número 2065 de la prolongación Pedro Vallejo en la colonia General I. Martínez, quedó marcado para siempre, un momento desgarrador para la familia Sánchez Flores.

Justo afuera de su domicilio, quedó tendido el hijo menor de esta familia, (tan sólo seis años de edad) luego de recibir el impacto de una bala perdida que se escapó de una riña pandilleril que se efectuaba a varios metros de distancia la tarde de este domingo.

El dolor de la familia es indescriptible, Alejandra y Emiliano, los dos hermanos mayores de Mateo, lloran desconsolados por la pérdida del pequeño, con quien jugaban momentos antes de que se desvaneciera.

Mateo no alcanzó a llegar a la Cruz Roja con vida, murió desangrado por la bala que perforó su abdomen, mientras su familia desesperada buscaba el auxilio de sus vecinos para que los ayudaran a trasladarse a un hospital.

“Acabábamos de llegar, era nuestro domingo familiar y salimos a la calle a jugar con el balón, de repente en la esquina se empezaron a pelear los pandilleros y no nos dio tiempo de nada, cuando mi hermanito ya estaba tendido en la banqueta”, recordó Alejandra.

Hasta la mañana de este lunes, el cuerpo aún no había sido entregado a la familia, quienes con tristeza preparaban una de las habitaciones de su casa para velarlo.

“En las autoridades ya no podemos confiar, lo único que necesitábamos era vivir en una ciudad segura, sólo podemos pedir justicia”, señaló Emiliano con los ojos irritados de tanto llorar.

Su abuelita, vestida de negro y con lágrimas que le inundaban los ojos, limpia el patio y tira agua para recibir por última vez el cuerpo del pequeño que le dio tantas alegrías, en el lugar hay un silencio tenso.

Pero la lamentable muerte de Mateo no fue el único estrago que dejó este pleito entre bandas de pandillas rivales, el dueño de una tienda ubicada del otro lado de la calle, calcula en alrededor de 2 mil pesos la reparación del cristal de la puerta de su negocio, y en otra fuerte cantidad la sustitución de su cortina de acero que tiene diversos golpes y un agujero derivado de la explosión de un petardo.

"Cuando se empezaron a oír los dos primeros disparos yo corrí a cerrar la cortina, ahí afuera quedaron rondanas y tornillos y esas cosas con que llenan los petardos”.

De acuerdo a vecinos del lugar, estos pleitos pandilleriles son recurrentes en la colonia, principalmente los fines de semana, mientras que la presencia policíaca no llega.

vkc

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