El próximo gobierno federal heredará una deuda de 9.9 billones de pesos, equivalente a 42.4% del Producto Interno Bruto (PIB), la proporción más elevada que reciba una administración entrante en el siglo.

En términos per cápita, los compromisos del sector público, equivalen a que cada mexicano tenga que hacer una aportación de 79 mil 597 pesos para liquidar el monto.

Analistas consultados por EL UNIVERSAL comentaron que este sexenio que está por concluir se recordará como uno en que la deuda creció varios puntos porcentuales, que puso en riesgo el grado de inversión del país y que motivó llamadas de atención del Fondo Monetario Internacional y las calificadoras para hacer un esfuerzo por reducir pasivos.

El nivel de deuda dejará poco margen para el nuevo gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador, quien prometió continuar con la trayectoria descendente de estos compromisos financieros.
El tema del endeudamiento resurgió hace días, luego de que el gobierno hizo una declaración de registro ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) para actualizar la capacidad para emitir bonos UMS denominados en dólares (United Mexican States), trámite que se interpró como colocación de nueva deuda.

Ante la confusión, la Secretaría de Hacienda salió a desmentir la información que se difundió en el extranjero por una agencia.

Evolución. Cuando Ernesto Zedillo Ponce de León terminó su gestión como presidente, los pasivos del sector público ascendieron a más de 2 billones de pesos, que significaban 30.6% del tamaño de la economía.

Después, Vicente Fox dejó compromisos por 3.1 billones de pesos, monto mayor, pero que como proporción del PIB se redujo a 29.5%.

Con Felipe Calderón los pasivos se elevaron a 5.9 billones de pesos y llegó a 37.2% en relación con el PIB.

La deuda con Enrique Peña Nieto, que incluye pasivos del gobierno, de la banca de desarrollo, fideicomisos, deudas del IPAB, de organismos y empresas públicas, así como apoyo a deudores y Pidiregas, sumó 4 billones más a los que dejó Calderón, para ascender a 9.9 billones de pesos.

En bandeja de cobre. Jonathan Heath, economista independiente, dijo que Peña Nieto puede pasar a la historia como el mandatario que dejó crecer la deuda pública varios puntos por encima de como la recibió.

Va a entregar la deuda en una charola de cobre en el mejor de los casos”, afirmó al detallar que Fox lo hizo en “charola de plata” con nivel en mínimos históricos cuando en la Secretaría de Hacienda estaba Francisco Gil Díaz, quien logró consolidar los esfuerzos que se hicieron en la administración de Zedillo. En ese periodo surgió la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH) y las calificadoras mejoraron la nota de México y llegó a la familia de menor riesgo (A).

Refirió que en la legislación se establecía mantener un presupuesto balanceado; sólo se podía incurrir en un déficit en casos excepcionales, pero de manera temporal.

El superávit primario se mantuvo hasta 2008, con lo cual la relación deuda PIB fue disminuyendo, es decir, que los pasivos crecieron a ritmo menor que la economía, señaló.

“Al finalizar Fox entregó [el gobierno] en charola de plata a Calderón, con deuda en mínimos históricos, como de 27% del PIB”, detalló.

Pero al inicio del gobierno calderonista, con la reforma energética en la que se le otorgaron recursos a Pemex por el equivalente a 2% del PIB cada año para exploración, cambió la definición del balance fiscal y con la recesión de 2008 se incurrió en déficit mayor y no se respetó la ley para volver al presupuesto balanceado.

“Los últimos tres años de Calderón la deuda empezó a crecer y su pecado más grande fue tener déficit primario, es decir que la deuda subiría”.

Con Peña Nieto, añadió, el entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray, intentó revertirlo, pero en 2013, el peor año con una economía tan débil, no hubo consolidación fiscal y empezaron a gastar, se les olvidó lo que decía la LFPRH.

Heath opinó que no significa que la deuda heredada será una tragedia, porque está muy lejos de la crisis de los 80, pero hubo un gran sacrificio de un par de décadas para arreglar el problema que explotó en los 70.

Metas multianuales. El subdirector de análisis de la casa de bolsa Vector, Luis Adrián Muñiz, apuntó que dado que todavía no cierra el presente sexenio, lo ideal es tomar en cuenta la trayectoria desde diciembre de 2012 a diciembre de 2016, cuando la deuda pasó de 37% a 49% del PIB.

No se contabiliza 2017 porque la deuda cayó gracias al efecto de una situación no recurrente con el remanente de operación histórico que recibió la SHCP del Banco de México, por 321 mil 653 millones de pesos.

“Ahí vimos una tendencia de alza muy clara que presionó a las finanzas públicas.... El problema fue la velocidad con la que creció la deuda, de 37% a 49% del PIB”, ponderó.

Lo importante ahora es que Hacienda cumpla la promesa de seguir reduciendo la deuda, manifestó.

“Lo relevante es ver que la deuda tenga tendencia a la baja este año, el siguiente y hasta 2022”, indicó.

El director de Bursamétrica, Ernesto O’Farril, afirmó que el actual gobierno fue el que más se endeudó, sobre todo en los tres primeros años, en el cual se gozó del efecto de las reformas estructurales, como la fiscal, que se hizo con el fin de despetrolizar las finanzas públicas.

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