August Mouchot veía el futuro. Este físico y matemático francés nacido a principios del siglo XIX sabía que era importante hallar alternativas energéticas a las minas de carbón. Su preocupación lo llevó a crear el primer motor solar usando un reflector parabólico y una pequeña caldera. Ganó una medalla en la célebre Exposición Universal de 1878 en París, pero todo quedó como una idea; la red ferroviaría ayudó a fortalecer el suministro de carbón y al gobierno francés le pareció absurdo atender una idea poco rentable basada en la energía solar.

En esa época el también francés Abel Pifre diseñó una imprenta que funcionaba con energía solar; mientras que un poco más adelante, científicos como Tesla y Einstein empezaron a descubrir los secretos del efecto fotoeléctrico, la clave para el desarrollo de los paneles solares. Cada una de las alternativas a los combustibles fósiles tuvo sus soñadores de cabecera que antes o después empezaron a fabricar inventos que abrieron el camino al uso de las energías renovables.

Un siglo después de estos simbólicos homenajes al poder del Sol, ya fue imposible desdeñar las alternativas a las fuentes energéticas más comunes. El agotamiento de los recursos petrolíferos empezó a subrayar cada vez con más fuerza el concepto de energías renovables que, gracias al paulatino avance tecnológico, concentra hoy una diversidad de proyectos que empiezan a delinear un nuevo mundo, casi para todos.

El planeta necesita energía limpia y asequible para las demandas de la creciente población en el futuro: 10 mil millones de personas para 2050. Según datos del Reporte del Estatus Global de las Energías Renovables 2019 de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la inversión mundial en estos campos ascendió a casi 300 mil millones de dólares, sin embargo en varios países (como el nuestro) se mantiene el financiamiento a los combustibles fósiles como una apuesta prioritaria.

Tan lejos, tan cerca

¿Por qué el término de energías renovables parece esconderse o tener menos eco en nuestra realidad mexicana al día de hoy?, ¿se puede lograr su democratización?, ¿cuál sería el futuro de este tipo de energía en el país y qué están aportando los científicos mexicanos para su fortalecimiento tecnológico? Para el director del Instituto de Energías Renovables (IER) de la UNAM, el doctor Jesús Antonio del Río Portilla, es innegable el freno a las energías renovables por parte de la Secretaria de Energía. Uno de los inconvenientes que se plantea es la intermitencia en este tipo de recursos; sin embargo, para el especialista, la posibilidad para su democratización no es la apuesta a un solo tipo de energía, sino lograr un coctel de energías renovables según las características de cada localidad y eso implica un mejor conocimiento de nuestra geografía, sus recursos, habitantes y posibilidades.

“Cuando la Secretaria de Energía dice que las energías renovables son intermitentes y por eso no confía en ellas, en realidad las frena. Cuando se considera que las compañías energéticas son para extraer petróleo o generar electricidad, se están olvidando de todas las demás posibilidades que existen para generar energía”, señala el experto y enfatiza que hoy en día es precisamente gracias a las renovables y al desarrollo tecnológico-científico que las ha acompañado, que se puede generar energía casi en todos los rincones de la Tierra.

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Fuente: (Reporte REN 21) y Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA)

Durante la nueva administración, la cancelación de las Subastas Eléctricas de Largo Plazo para asignar contratos de cobertura eléctrica para la compraventa de potencia, energía eléctrica y certificados de energías limpias ha sido un duro golpe para las energías renovables .

“El problema es que se está olvidando al sector, pero por otro lado vemos que otras secretarías, como la del Medio Ambiente, sí enfatizan la importancia de las renovables, entonces viene un choque de discursos que desconcierta a la población. Estamos ante un panorama incierto, pero las energías renovables son la alternativa para un desarrollo sustentable y para un bienestar social y económico”.

Para el director del IER, los retos en políticas públicas para optimizar estos recursos son olvidar la centralización de la generación en una sola empresa y dejar que la población en general: el sector social, residencial e industrial, genere su propia energía. “Eso nos acercará más a la democratización de la energía, que la gente empiece a tomar sus propias decisiones, en el sentido de para qué quiere la energía y cómo producir servicios con valor de intercambio”.

La aportación de la ciencia

La formación de nuevos recursos humanos también se vuelve fundamental en este panorama. En el IER se mantiene una licenciatura y cuatro posgrados que abren las posibilidades de investigación científica básica y aplicada en energía.

Los temas de investigación son vastos, transitan por varios campos y se retroalimentan. Por ejemplo, está el desarrollo de materiales para el almacenamiento químico, es decir, materiales para hacer nuevas baterías.

En otras áreas trabajan en proyectos para hacer celdas fotovoltaicas flexibles o que puedan trabajar a temperaturas más altas que las actuales de silicio. “Otros de los proyectos que tenemos es el diseño de mejores calentadores solares o sistemas que calienten fluidos para la industria, así como el desarrollo de nuevos dispositivos que generen combustible a partir de desechos orgánicos”.

También se involucran en alternativas de proyectos de generación eólica, como ubicar zonas donde puedan ser instalados aerogeneradores de menos tamaño, así como analizar qué otros lugares son óptimos para instalar energía geotérmica.

Cabe señalar que un tipo de energía renovable que históricamente ha logrado desarrollarse en nuestro territorio es justamente la geotérmica, que ubica al país en un lugar del top cinco de los países generadores de este tipo de energía a nivel mundial; sin embargo, la falta de capital para la compleja tecnología que se requiere, mina los esfuerzos. En los últimos años se ha hecho una gran cantidad de estudios en muchas zonas del país, y se tienen ubicadas alrededor de mil 500 zonas o focos termales en todo el territorio con alrededor de 30 sitios de alta posibilidad de explotación.

“Hace ocho años, la energía eólica tuvo un impulso muy fuerte, pero hoy en día el impulso de la energía solar fotovoltaica está teniendo una extensión territorial muy amplia”, precisa el también investigador, pero insiste en que el verdadero impacto de las energías renovables es repensar cuál coctel de energías renovables merece cada parte del territorio.

“Estamos acostumbrados a tener soluciones que puedan ser válidas para todos lados, pero las energías renovables nos brindan soluciones para cada lugar y sólo entendiendo estas diferencias podremos llegar a la sustentabilidad”.

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