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Ante el precio prohibitivo de los últimos dispositivos, cada vez son más los consumidores que optan por comprar teléfonos inteligentes reacondicionados, mucho más baratos que los nuevos, una decisión que, además, contribuye a reducir el impacto ambiental de estos costosos dispositivos.
"Un iPhone puede tener tres vidas, puede ser reparado dos veces. Es el producto más sólido, el que más vida operativa tiene", explica Matthieu Millet, que a sus 39 está al frente de la compañía Remade, situada en el oeste de Francia, que se dedica a la reparación de teléfonos móviles, un negocio que debería progresar fuertemente en los próximos años, según varios estudios.
Este año, Remade espera poner en el mercado 800.000 iPhones "reconstruidos" a unos precios muy inferiores a los de los aparatos nuevos (-26% en el caso de un iPhone X, por ejemplo, mientras que un modelo nuevo de XS cuesta por lo menos 1.155 euros).
"Lo que hace Remade es algo muy bueno", considera Erwann Fangeat, ingeniero en la Agencia de Medio Ambiente y del Control de la Energía de Francia (Ademe, por sus siglas en francés).
"La duración de la vida de un teléfono inteligente es de al menos 5 o 6 años pero el 88% de los franceses cambian de celular pese a que el antiguo funcione todavía y sea válido".
En los locales de Ramede, un gran almacén situado no muy lejos del turístico Mont Saint-Michel, cientos de empleados en bata blanca desmontan, inspeccionan, reparan y vuelven a montar miles de iPhones cada día.
Millet, que se declara admirador del grupo Apple, viste tejanos y zapatillas y dirige un equipo de 850 personas, 500 de las cuales trabajan en la reparación y el reacondicionamiento de los celulares inteligentes. A mediados de octubre, anunció la contratación de 200 empleados adicionales antes de fin de año.
Con solo 23 años compró la empresa de reparación de televisores en la que trabajaba. En 2014, se dio cuenta del filón de los iPhones reacondicionados, realizó 200.000 euros en volumen de negocio desde el mes de febrero y 23 millones de euros en el año.
En 2017, el volumen de negocio alcanzó los 130 millones de euros y sigue "en fuerte crecimiento" este año, según Millet.
La materia prima, los celulares deteriorados, se compra en grandes cantidades a operadores de telefonía en Francia y Estados Unidos.
"Sabemos desmontarlo todo y montarlo todo de nuevo. El producto no solo debe funcionar, sino que debe funcionar como funcionaba cuando estaba nuevo", subraya.
Además de en los bolsillos, la industria de la reparación y reacondicionamiento de celulares tiene un beneficio en el medio ambiente.
La construcción de un teléfono inteligente tiene un coste ambiental importante. Hay que extraer entre 95 y 225 kg de recursos naturales para construir un aparato de 300 gramos. Cada iPhone emite entre 54 y 110 kg de CO2 durante su fase de construcción, según Apple.
"Cuanto más se alarga la vida del producto, más se reduce su impacto en el medio ambiente pues eso retrasa la construcción de un nuevo celular", destaca Fangeat. Con un iPhone reacondicionado, "evitamos el 90% de carbono respecto a uno nuevo", agrega.
Asimismo, Remade manda certificar sus procesos de fabricación para calcular cuántas toneladas de gases con efecto invernadero permite ahorrar la empresa al darle una segunda vida a los teléfonos. Así, espera obtener 100.000 toneladas de crédito de carbono, que podrá revender a empresas más contaminantes.
"No soy Greenpeace", suelta Matthieu Millet. "Pero me complace tener este modelo, saber que esto hace bien a la gente y al planeta".
La materia prima que hay que reciclar sigue siendo inmensa, pues la Ademe calcula que hay 30 millones de teléfonos guardados en casas de particulares. "La prioridad es, cuanto menos, retrasar la compra y mandarlo a reparar cuando se estropee", considera no obstante Fangeat.