Disfrutar de las canciones de artistas populares como Adele o Enya puede ser una buena terapia para pacientes con presión arterial elevada.
En especial si se escuchan versiones instrumentales de éxitos musicales, inmediatamente después de tomar fármacos antihipertensivos. Seguir esta rutina puede intensificar los efectos beneficiosos de aquellos medicamentos.
El hallazgo pertenece a investigadores de la Universidad Estadual Paulista (Unesp), en Brasil, y de la Oxford Brookes University, de Inglaterra, y fue publicado en la revista Scientific Reports.
"Observamos que la música mejoró la frecuencia cardíaca y los efectos de antihipertensivos en el lapso de hasta una hora después de tomar el medicamento", precisa el brasileño Vitor Valenti, coordinador del estudio, que contó con el financiamiento de la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Sao Paulo (Fapesp).
Para Valenti y sus colegas, la explicación a este efecto se hallaría en que la música aumenta la absorción de los remedios en el organismo.
"La música actúa sobre un nervio que estimula el sistema gastrointestinal, causa una vasodilatación y aumenta la absorción de los intestinos", dice el investigador, docente de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Unesp.
Al respecto, el doctor Pablo Pedreros, cardiólogo de la Clínica Santa María, precisa que este estudio aporta más evidencia al hecho conocido de que algunos tipos de música tienen un efecto relajante.
"Actúa a nivel parasimpático, lo que produce una baja de la frecuencia cardíaca. Además, mejora el tono vagal -del nervio vago, que participa en la regulación de las funciones de casi todos los órganos internos-, lo que favorece la motilidad gástrica y aumenta la absorción intestinal", explica.
Prevención en melodía
El mismo grupo de Valenti ya había estudiado los efectos de la música clásica sobre el corazón. Entonces observaron que esta es capaz de disminuir la frecuencia cardíaca, al favorecer un estado de calma.
Esto desacelera el ritmo de los latidos del corazón y disminuye los niveles de adrenalina en la sangre. Al mismo tiempo, reduce la actividad del sistema simpático, vinculado con los síntomas del estrés.
En este nuevo estudio, los científicos utilizaron versiones instrumentales de conocidos éxitos musicales, como "Someone like you" y "Hello", de la cantante británica Adele; o "Watermark", de la irlandesa Enya, entre otros.
Se pidió a un grupo de pacientes en tratamiento antihipertensivo que escuchara estas melodías durante una hora después de ingerir sus remedios. El experimento se repitió durante dos días aleatorios y con un intervalo de 48 horas.
En el segundo día, no escucharon música.
Los investigadores examinaron a los pacientes en reposo, a intervalos de 10, 20, 40 y 60 minutos después de tomar los fármacos, y analizaron sus parámetros cardiovasculares.
Así vieron que la frecuencia cardíaca de los pacientes disminuyó 60 minutos después de que se los medicó y escucharon música.
En tanto, cuando tomaron el antihipertensivo de rutina y no escucharon música, su frecuencia cardíaca no sufrió una alteración tan intensa.
"En términos globales -opina el doctor Pedreros-, esta investigación muestra que cualquier cosa que sea grata mejora el sistema parasimpático y la respuesta al tratamiento".
Además de potenciar el efecto del tratamiento de pacientes hipertensos, el estudio sugiere que la música puede ser una herramienta para prevenir el desarrollo de hipertensión en personas en riesgo.