Después de hacerse una cirugía de bypass gástrico, con la que logró bajar más de 50 kilos, la piel del abdomen de David, que era mucha, no logró regenerarse. Ese exceso quedó colgado en su abdomen y aunque probó con rutinas de ejercicio y con cremas reafirmantes, nada funcionó.
Un día tomó la decisión. Contactó a un cirujano plástico y logró deshacerse de esa piel en exceso que lo acomplejaba.
Como él, cada día son más los hombres que optan por someterse a un procedimiento estético. Desde 1997, ha habido un aumento de más de 300% en cirugía plástica hecha en ellos, según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (ISAPS). En los últimos cinco años, en México, el aumento fue de 10%.
¿Por qué ellos se interesaron?
“Al cirujano me lo recomendó una amiga, todo fue muy rápido. Lo vi y en una semana estaba haciéndome los estudios y programando la cirugía. Me hicieron la operación un fin de semana de puente, y cuando desperté, sentía muchos deseos de verme para saber cómo había quedado”, platica David.
Pero él no es el único. A pesar de que la cirugía plástica solía ser un “asunto de mujeres”, en los últimos años los casos de hombres que buscan estos procedimientos se han incrementado.
Francisco Pérez, cirujano certificado por la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva (AMCPER,), señala que en cinco años las solicitudes han pasado de 30% a 40%, y quienes las buscan tienen entre 24 y 40 años.
Los procedimientos quirúrgicos más solicitados por el género masculino son la lipoescultura de alta definición, en la que se pueden marcar los músculos del abdomen, los pectorales, los hombros y las pantorrillas; la rinoplastia, que modifica la forma de la nariz; y la mastectomía, que reduce el tamaño del tejido mamario.
Una de las cirugías más solicitadas por los hombres es la liposucción de alta definición, que consiste en “marcar ” los músculos del abdomen con grasa.
“Cada vez se le exige más al hombre verse bien; aunque la presión sigue siendo mayor para la mujer, los hombres también comienzan a sentirla”, responde el cirujano ante el cuestionamiento de por qué el incremento de estas cirugías por parte de este género.
Esta presión social parece ser especialmente fuerte en la comunidad homosexual. “El 60% de quienes piden estas cirugías son personas homosexuales. Es una comunidad muy pendiente de su físico y que suele cuidarse mucho más que los hetero”.
La belleza cuesta
El incremento en la demanda de estas acciones ha hecho que los cirujanos también se especialicen en los procedimientos. Si bien la rinoplastia y la mastectomía no son cirugías complicadas, la lipoescultura de alta definición sí representa un alto grado de complejidad.
Ésta consiste en tomar grasa sobrante de algunas zonas del cuerpo, como el abdomen, y colocarla en las áreas donde el hombre quiera tener más “músculo”.
“Lo más común es utilizarla en glúteos o pantorrillas”, dice el cirujano. Para este procedimiento es un requisito que la persona se encuentre en su peso normal o con ligero sobrepeso, las personas con obesidad no obtienen buenos resultados.
Los costos de las cirugías se establecen en relación con su complejidad. Las cirugías estéticas más económicas para los hombres son la rinoplastia y la mastectomía, que pueden costar entre 30 mil y 70 mil pesos, respectivamente. Mientras que una lipoescultura de alta definición puede ir desde los 100 mil hasta los 180 mil pesos, sin contar los gastos de hospitalización.
“Los hombres por lo general buscan resultados que los hagan verse más varoniles, que vayan con el estereotipo del hombre fit que va seguido al gimnasio, con músculos marcados y pectorales grandes”, explica Pérez.
La cultura de la vergüenza
A pesar de que México ocupa el quinto lugar en cirugía estética a nivel mundial con 923 mil 243 procedimientos al año, de acuerdo con las más recientes estadísticas de la ISAPS, haberse realizado una cirugía plástica no es algo que los mexicanos estén dispuestos a aceptar frente a sus amigos.
Un ejemplo de cómo la sociedad suele hacer señalamientos fue la noticia de que Héctor Herrera, centrocampista de la Selección Mexicana, se había realizado dos cirugías. Según señaló el jugador en un comunicado, los procedimientos a los que se sometió fueron una rinoplastia funcional y una otoplastia, que consiste en reparar cualquier tipo de inconformidad estética de la oreja.
El futbolista publicó que la rinoplastia fue realizada para poder respirar mejor, pero omitió el motivo por el que se realizó la otoplastia.
Cientos de comentarios burlones llenaron las redes sociales, asegurando que la verdadera razón de su cirugía había sido “mejorar” su aspecto físico.
“En México tenemos una cultura de vergüenza por decir que estás operado, se suele ocultar. Si vas a Colombia todo mundo dice que está operado, es casi un estatus social. Aquí la gente sigue diciendo que fue dieta y ejercicio, aunque los cambios sean tan radicales”, comenta el cirujano Pérez.
Para el sicólogo social, Ricardo Estrada, no aceptar que las mejoras al aspecto físico se deben a una cirugía tiene que ver con el miedo al rechazo social.
“En nuestro país se tiene la idea de que la belleza natural es la que cuenta y se le da mucho valor a quien logra un buen cuerpo con dieta y ejercicio; quien lo logra por medio de cirugía se considera que tiene poco valor. Aunque muchos lo practican, aún hay vergüenza de admitirlo”, expresa.
El especialista advierte que seguir los modelos de belleza que impone la sociedad puede ser señal de baja autoestima y no siempre la persona queda satisfecha.
“Son personas que se vuelven adictos porque al final, mientras no arregles lo interno, lo externo nunca te llenará”, explica Estrada.
Charlatanes por doquier
Con el incremento de la demanda por parte del género masculino también vinieron más charlatanes. Francisco Pérez tuvo que estudiar más de 14 años para poder ser el cirujano experto que es actualmente; sin embargo, muchos otros que ofrecen realizar estos retoques estéticos únicamente tomaron algún diplomado o alguna de las maestrías que, en dos años, ofrecen la “especialidad” en Cirugía Estética.
El médico menciona el caso de una maestría que se imparte en Veracruz y de donde egresan personas con muy poca preparación. Del instituto, dice Pérez, pueden egresar generaciones de cirujanos plásticos que nunca pasaron por una Facultad de Medicina, ni realizaron ninguna otra especialidad médica.
Para ser acreditado ante la AMCPER un cirujano plástico debe tener la carrera de Medicina, hacer su residencia para la especialidad, un posgrado en Cirugía General y un posgrado en Cirugía Estética.
Pérez afirma que la gente muchas veces prefiere pagar algo barato que algo bueno, pero los riesgos pueden ser muchos. En el mejor de los casos, el resultado de la cirugía no es el deseado, en el peor, puede haber serias complicaciones de salud que incluso pueden poner en riesgo la vida de las personas.
Para Estrada, antes, preocuparse por la apariencia desde el punto de vista masculino era señalado como “cosa de gays”, era mal visto y criticado. Luego surgieron los metrosexuales, hombres que invierten tiempo y dinero en su aspecto físico, y abrieron un nuevo panorama.
Estrada asegura que “ellos sentaron las bases y abrieron un camino para que otros hombres pudieran empezar a cuidarse sin ser juzgados”.