En años recientes, el cigarrillo electrónico (o vapeador) cobró gran auge e, incluso, en México se ha suscitado gran polémica a su alrededor, pues médicos y expertos en el tema señalan que este producto no ayuda a las personas a dejar de fumar y, además, provoca daños en la salud.
Una preocupación de la comunidad médica es que estos cigarrillos no están regulados por la ley y su fácil acceso expone a la población no fumadora.
“No estamos en contra del cigarrillo electrónico, estamos en contra de que no se regule como cualquier otro producto del tabaco. Es un dispositivo que no se debe vender a menores de edad, no se debe fumar en público ni utilizar en lugares cerrados”, explica Juan Zínser Sierra, médico oncólogo del Instituto Nacional de Cancerología (Incan) y presidente del Consejo Mexicano contra el Tabaquismo.
El médico recrimina que “no se someta a las mismas restricciones que el cigarro convencional, porque es un producto del tabaco; la nicotina es un producto del tabaco y hay otros elementos tóxicos en el aerosol”.
Añade que nunca han propuesto que se prohiba el tabaco o que desaparezca. El tema es que la adicción a la nicotina es una enfermedad que perjudica a terceros.
Puntualiza que “las autoridades están en el proceso de aprobar ciertas leyes (Ley General para el Control del Tabaco)” y esperan que “sean firmes y no permitan que su consumo tenga un lineamiento distinto al del tabaco convencional”.
Reemplazo de los ‘convencionales’
Recientemente, la Cámara de Diputados celebró el foro ‘Reducción de daños y tabaquismo en México. Reflexiones a 10 años de la Ley General para el Control de Tabaco’, a la cual acudió Gonzalo Salafranca Gamo, director de Asuntos Corporativos de la tabacalera Philip Morris México. En su intervención, Salafranca Gamo explicó que Philip Morris busca reemplazar los cigarros convencionales por “productos sin humo”, como es el cigarrillo electrónico y, así, disminuir los riesgos a la salud. Para ello, la tabacalera cuenta con más de 400 científicos y expertos dedicados a la investigación y desarrollo de un portafolio de artículos alternativos. El directivo reconoció que no están exentos de riesgos pues contienen nicotina; sin embargo, considera que son mejores opciones que el cigarro para quienes, de cualquier modo, seguirían con el vicio.
Libre de humo, no de nicotina
Por otra parte, Eduardo Hernández Sandoval, socio director del área de investigación y desarrollo de la Clínica del Tabaco, comenta que las tabacaleras no le ponen nicotina a los cigarros, pero sí a los cigarrillos electrónicos.
En un comunicado, puntualiza que uno de los problemas que hay con los cigarros electrónicos es que administran nicotina: el agente adictivo. Otros, además, se usan para administrar THC (Tetra Hidro Cannabinol, compuesto adictivo de la planta del cannabis).
“Aquí tenemos dos productos psicoactivos con los que se pretende lucrar sacrificando la salud pública, manejando información incorrecta o manipulada”, dice.
Hernández Sandoval agrega que, en estudios realizados al cigarrillo electrónico por fuentes serias como la Administración de Alimentos y Drogas en los Estados Unidos (Food and Drug Administration o FDA), se ha encontrado dietilenglicol, un químico utilizado en los radiadores de los vehículos de combustión para prevenir que el motor se sobrecaliente y que, en los dispositivos electrónicos, se calienta para producir la nube que exhala el usuario.
En este sentido, el especialista destaca que, a principios del año en curso, se dio a conocer el reporte Consecuencias de los Cigarros Electrónicos en la Salud Pública (Public Health Consecuences of E-Cigarretes), avalado por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos.
Posteriormente, en Inglaterra, fue presentada la Revisión de la Evidencia de los Cigarros Electrónicos y los Productos para Calentar Tabaco (Evidence review of e-cigarettes and heated tobacco products).
No es una alternativa segura
En referencia a dichas publicaciones, Hernández Sandoval sostiene que una de las conclusiones de ambas es que los cigarrillos electrónicos pueden resultar menos dañinos para los adultos que ya fuman tabaco y no quieren o no han podido dejar de fumar. Sin embargo, no representan una alternativa segura para los no fumadores, especialmente niños, adolescentes y adultos jóvenes que, fácilmente, pueden ser seducidos por las estrategias comerciales de esta industria.
Por su parte, Roberto Sussman, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares, doctor en Física y presidente de la Asociación Pro-vapeo México A.C., manifiesta que es necesaria la regulación de los dispositivos, ya que no causan el mismo daño que los cigarros convencionales. De hecho, menciona que pueden ser 95% menos dañinos que fumar tabaco.
“El Real Colegio de Médicos del Reino Unido llegó a la conclusión que el daño que causa al usuario el uso del cigarro electrónico es, cuando mucho, el 5% del daño que le causaría el fumar cigarros convencionales”, detalla.
Sussman asegura que él fumaba pipa y puro y nunca tuvo la intención de dejar de fumar, por lo que su encuentro con el cigarrillo electrónico fue por casualidad.
‘Vapeador’ satisfecho
“Comencé a utilizar estos dispositivos porque son muy cómodos: no hay combustión, no hay cerillos y no hay ceniceros. El vapor y el aerosol que generan es muy amable, no deja olor y se disipa rápidamente. Cuando asistí a un congreso en Estados Unidos no podía fumar y fue cuando probé uno de estos dispositivos y vi que no dejaba traza, que no me irritaba la garganta.
“Me gustó porque hay un elemento de placer. Sustituyen el ritual de fumar casi completamente; poco a poco, comencé a reemplazar el tabaco y noté que ya casi no fumaba, solo vapeaba”, relata.
“Tengo un hijo de 32 años de edad. Él fumaba casi dos cajetillas al día y se lo recomendé. Ya había tratado con parches y con varios tratamientos, pero no le funcionaron. En cambio, el cigarrillo electrónico sí, y funciona porque tiene el elemento de placer: uno no siente, está pasando por una abstinencia dolorosa y reemplaza, sustituye un hábito dañino que es fumar, por un hábito menos dañino. Hay personas que, a la larga, dejan de vapear y se abstienen completamente y también quienes siguen utilizando los dispositivos de manera continua”, apunta.
Sussman enfatiza que la inhalación del humo (producto de la combustión del tabaco) es lo que causa la mayor parte del daño del tabaquismo, no el consumo de la nicotina, aunque ésta no es inocua.
Aclara que “al no ser producto de la combustión, el aerosol generado por el cigarro electrónico, no contiene la totalidad de las sustancias tóxicas y carcinogénicas del humo del tabaco.
“Las fuentes de desinformación mencionan la presencia de sustancias tóxicas y carcinogénicas en este aerosol, pero omiten mencionar que éstas se detectan en concentraciones bajísimas, cientos o miles de veces más bajas que en el humo del tabaco”, dice.
Señala que hay quienes aseguran la presencia de “partículas suspendidas” en el aerosol de estos dispositivos, pero estas partículas son microgotas líquidas, por lo que no pueden ser comparadas con las partículas suspendidas sólidas del humo del tabaco o de la contaminación ambiental que sí son dañinas.
“Al eliminar la combustión, el cigarro electrónico ofrece al fumador la opción de consumir la nicotina a través de un medio cuya toxicidad es muchísimo menor que la del humo, logrando reducir los riesgos y los daños de manera significativa. Al mismo tiempo, el cigarrillo electrónico ofrece al fumador una gran variedad de sabores y olores, sin olvidar que reproduce los rituales y la conducta del fumar”, abunda.
Afirma que el dispositivo electrónico es una opción de bajo riesgo, en comparación con fumar, para aquellos fumadores que no desean o no son capaces de lograr una abstinencia total del consumo de nicotina y/o del ritual motriz y psicológico de consumir tabaco.
Respecto a la regulación de estos dispositivos, el doctor Sussman no coincide con la comunidad médica y explica que se debe tomar en cuenta la evidencia científica, la cual establece que su uso representa un riesgo mucho menor que el fumar y que el vapor “ambiental” no presenta un riesgo para la salud de personas en el entorno de los usuarios, a diferencia del humo de tabaco ambiental.
“Por lo tanto, no hay una justificación médica para regular al cigarro electrónico como al cigarro convencional. Regularlo como cigarro de tabaco daría a los fumadores el mensaje equivocado: que es igualmente riesgoso, lo cual inhibiría su contribución al cese de fumar”, subraya.
Respecto a Pro-vapeo, aclara que esta asociación representa al consumidor, pues quienes la conforman son exfumadores que hoy se incluyen en el sector de consumidores de cigarrillo electrónico.
“Este dispositivo ha sido un factor muy importante porque gracias a éste podemos dejar de fumar y nosotros hablamos por los consumidores informados. Queremos ser parte del debate sobre la regulación de estos productos porque somos los usuarios, somos los afectados al fin y al cabo”, dice.