Todavía no acaba el segundo mes del año y Dustin Johnson, ganador del WGC México, ya se embolsó dos millones 323 mil 352 dólares. Solamente ayer, en el Club de Golf Chapultepec, al terminar el torneo con un score de 21 golpes bajo par, ganó la envidiable cantidad de un millón 270 mil dólares. Y para que sean más espectaculares estos números, Johnson ha ganado 58 millones 544 mil 641 dólares, producto de 12 años de carrera profesional. Solamente, la bolsa para el WGC México fue de 10 millones 250 mil dólares, a repartir entre los 72 golfistas. El peor de todos, Shaun Norris, se llevó poco más de 45 mil.

Estas cantidades son solamente producto de las bolsas económicas de los torneos. Un negocio redondo, sin contar la presencia millonaria de patrocinadores, que —sin ser cifras oficiales— suman aproximadamente 25 millones de dólares más al año.

Pero si estos números son impresionantes, lo de Tiger Woods es una verdadera locura. El hombre más carismático en la historia de golf, pero además el más ganador, inició su carrera hace 23 años y —pese a un retiro involuntario— primero por el escándalo de adicción al sexo y después por una lesión en la espalda, ha generado 115 millones 685 mil 445 dólares, solamente en premios.

Estos dos hombres se llevaron la gran atención del WGC Mexico Championship. Por primera vez en nuestro país jugó Woods, quien es un espectáculo aparte. Una mirada penetrante a su caddy, pero siempre perdida ante la multitud. Nada le afecta a su máxima concentración. Fue un deleite seguirlo de cerca y aprender el porqué de su éxito, que va de la mano de la sencillez y manera de respetar a este deporte que tanto le ha dado. Dicen sus cercanos que, cuando no hay torneo, la rutina es sencilla: se levanta, desayuna algo ligero, tira 300 bolas en el range, poco después en el putting green otras 200 y de ahí a jugar nueve hoyos; come, y de regreso a tirar otras 300 pelotas en la práctica, otros nueve hoyos, cerrando con putting green y a cenar.

Muchas historias se han forjado en México desde la existencia del WGC, un acierto de Grupo Salinas, que ha logrado tener en nuestro país a lo mejor de lo mejor. No hay quien se vaya desilusionado del campo, aunque no sea experto en la materia. Es maravillosa la organización, pero sobre todo el entendimiento que tienen los aficionados. Esta edición pudo ser multitudinaria por la presencia de Tiger, pero los organizadores tuvieron a bien limitar a 15 mil personas por día el número de los aficionados. La razón: es el número ideal para tener movilidad en el campo y poder disfrutar de las largas caminatas siguiendo al grupo de tu elección.

Este torneo antes se disputaba en una de la zonas más anticlimáticas de Miami para un mexicano: el Hotel Doral, de Donald Trump. Así que además de todo lo positivo, es una elegante cachetada con guante blanco, porque nunca un golfista habló tan bien del Doral como lo han hecho de lo vivido en México.

Los millones del golf seguirán y los mexicanos fueron privilegiados de tener a Tiger, quien solamente jugará 16 torneos en el año, ya que se prepara para intentar ganar su Major 15. Al fin y al cabo, el golf cambió gracias a él.

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