“En una ocasión alguien me pidió apoyo para un gato herido. Tomamos el caso y se pagó lo que necesitó el animalito. Meses después me enteré que por medio de redes sociales pidieron dinero para el gatito. Pero nosotros no recibimos nada”, cuenta Aury Vázquez, fundadora de la Tropa Gatuna, organización que se dedica a rescatar y sanar gatos y perros para después darlos en adopción.

 En la Ciudad de México existe un número indeterminado deorganizaciones que protegen y respetan la vida de los animales de compañía en situación de calle. Hay de todo tipo, desde asociaciones civiles (A.C.) constituidas y registradas, organizaciones no gubernamentales (ONG) que reúnen a diversas agrupaciones, asociaciones no registradas y protectores independientes, entre otras.

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A nivel nacional sólo hay 15 asociaciones civiles que tienen autorización del SAT para recibir donativos económicos.

Durante un recorrido realizado por los parques España y México se constató que varias asociaciones encargadas del rescate y adopción animal aplican diversos filtros para el proceso de adopción, otras sólo los regalan previo aviso de que los animales no cuentan con un protocolo de salud; es decir, no están vacunados o esterilizados. Algunas solicitan de 200 a 800 pesos como “donativo voluntario” o “cuota de recuperación”, dicen, para pagar alimento, vacunas o esterilización y así las personas los lleven a casa. También piden ayuda en especie o tienen cuenta bancaria.
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“Las autoridades deberían tener una lista de los albergues que cuidan y dan en adopción a los animales, así se evitarían los fraudes. El gobierno tiene que ayudar a regular los albergues, apoyar a los que ya existen”, afirma Nancy Villar, fundadora del refugio El Gato Vago A.C., donde estas mascotas son rescatadas.

“Nosotros nos preocupamos porque los albergues tengan bien a los gatos, ya que hay quienes dicen ayudar y sólo están lucrando. Las redes sociales han facilitado nuestra labor, pero también a quienes sólo quieren dinero. Por ejemplo, puedo subir fotos de otro lado y decir que tengo muchos gatitos. La gente se conmueve y ayuda, algunos se aprovechan de eso”, agrega Nancy Villar, quien por más de una década se ha dedicado al rescate de mininos callejeros y maltratados.
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Ana Silvia Díaz, fundadora del albergue para perros Huellitas, amor sin fronteras Ana Silvia Díaz F., asegura que en el círculo de protectores se sabe de estos abusos pero muchas veces no hay cómo probar el engaño o señalar a los culpables, porque desaparecen. “Hay mucha gente que pide dinero y al final los matan. Eso se sabe entre nosotros, pero no te puedo dar un nombre porque no me consta”.

Según el censo 2016 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), México es la nación de América Latina con el mayor número de perros en la región, con aproximadamente 19.5 millones en todo el país, de éstos sólo 5.4 millones tienen hogar. El crecimiento anual de la población de perros callejeros es de 20%, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies, A. C. (AMMVEPE).

Para subsistir, este tipo de organizaciones explican que utilizan diversos métodos, que incluyen donativos en especie o monetario, venta de productos, patrocinios, apadrinamiento u organización de eventos y rifas.
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“Hay una cantidad inmensa de gatos en la calle, yo recibo 10 reportes diarios de gente que pide ayuda con comunidades felinas. Es difícil estar buscando croquetas, no recibimos ayuda del gobierno”, dice Nancy Villar.

La casa de Nancy se transformó en un albergue que habitan 150 gatos que ella cuida. Al mes consumen alrededor de 300 kilos de croquetas, lo que se traduce en un gasto de 30 mil pesos. Antes los solventaba con sus propios recursos, ahora se apoya de los eventos que organiza durante el año, como el Gato Fest, —evento anual para recaudar ayuda para la manutención de los mininos—, rifas, de la tienda Vegattos e incluso de los descuentos y crédito que le otorga su veterinaria de cabecera, la doctora Ruth Patricia Canchola.

Huellitas, amor sin fronteras Ana Silvia Díaz F. da cobijo a más de 60 perros callejeros, enfermos o maltratados. Su fundadora, Ana Silvia Díaz, es administradora de empresas y con su trabajo solventa los gastos que generan los animales que viven en distintos albergues, incluida su propia casa. En sus redes sociales solicita donativos económicos, también recibe apoyos en especie.

Por su parte, Aury Vázquez, fundadora de la Tropa Gatuna, asegura no depender del donativo económico, pues mantiene su fundación de la venta de artículos para fanáticos de los gatos, además de implementos para el cuidado de dichos animales.
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Para la donación en especie, La Tropa Gatuna organiza eventos donde se recaudan los insumos. También reciben ayuda de sus patrocinadores, como es el caso de una marca de arena para gato y un restaurante de comida japonesa. Además, el apadrinamiento de algunos de sus gatos o perros está abierto, con lo cual una persona dona dinero para un tratamiento veterinario específico o vacunas.

Las prácticas de financiamiento de cada organización son distintas; sin embargo, coinciden en que cada adopción debe ser responsable. Esto implica que cada animal que encuentre un hogar salga sano y con un protocolo de salud, que incluye vacunas, esterilización, desparasitación y, en el caso de gatos, pruebas negativas de leucemia.

Además, la firma de un contrato o responsiva que compromete al cuidador a no sólo alimentar, sino a darle cariño, cobijo y a procurar mantener sana a su mascota.
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En algunos casos, las asociaciones realizan visitas domiciliarias, previo a la adopción. También dan un periodo de adaptación para las personas y los animales, porque en ocasiones no se concreta porque la convivencia no fue la planeada. En ese caso las mascotas vuelven al albergue en espera de una nueva oportunidad en otro hogar.

Para evitar caer en engaños, Aury Vázquez recomienda no aceptar animales sin protocolo de salud; si se piensa hacer donativos, dar seguimiento a los casos e investigar a la organización. Sin embargo, reconoce que es complejo no caer en una farsa.

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