El encontronazo entre la poderosa alianza Aeroméxico-Delta y la árabe Emirates Airlines tiene un trasfondo que trasciende el tema comercial y se acerca al político. 
 
La aerolínea mexicana y su socia estadounidense argumentan violaciones a las llamadas ‘quintas libertades’ para cargar y dejar pasaje en un tercer país, así como altos subsidios del gobierno de los Emiratos Árabes que las pondría en desventaja en la ruta Ciudad de México-Barcelona-Dubái y en otras que se abran a futuro. 
 
Sin embargo, el aterrizaje de Emirates es bien visto por el gobierno de la Cuarta Transformación, la cual ya habría dado su beneplácito para otorgar los permisos correspondientes y que comience a operar en el país el próximo 9 de diciembre. 
 
Fue el pasado 16 de julio cuando Emirates, que preside Tim Clark, anunció oficialmente el inicio de operaciones en México con un equipo Boeing 777-200LR cuya capacidad le permite transportar a 264 pasajeros en clase turista y a 38 en primera clase. 
 
Esa misma tarde, el secretario de Turismo, Miguel Torruco, compartió el anuncio en su cuenta de Twitter: "Continuamos sólidos con la política turística de aumentar divisas y gasto per cápita. Recibiremos a los turistas de esta parte del mundo con los brazos abiertos". 
 
En ese momento se ganó dos enemigos, con quienes ya desde antes no se llevaba bien: Andrés Conesa, director general de Aeroméxico, y Ed Bastian, CEO de Delta Airlines. 
 
Sin embargo, para el secretario de Turismo la llegada de Emirates era una buena noticia, pues los visitantes provenientes del Golfo Pérsico gastan seis veces más que la media anual, lo cual empata con la estrategia de atraer turistas que gasten más, incluso sobre el incremento del número de viajeros. 
 
De acuerdo con el último informe de la Organización Mundial de Turismo, los turistas pertenecientes a los países del Consejo de Cooperación del Golfo (Baréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos) gastaron en el último año una cifra superior a 60 mil millones de dólares, dinero erogado primordialmente en Europa, zona geográfica favorecida por la conectividad aérea. 
 
En el gobierno de la Cuarta Transformación sabían que cualquier movimiento que afectara  los intereses de Aeroméxico iba a generar disgusto con este grupo perteneciente a Eduardo Tricio Haro y Valentín Díez Morodo, entre otros accionistas, y sobre todo a Delta Airlines, empresa estadounidense dueña de 49% del capital de la aerolínea bandera de México. 
 
No obstante, tienen claro que uno de los principales defensores del aeropuerto de Texcoco era Aeroméxico, al grado de presuntamente ‘sabotear’ las operaciones del actual AICM. “Ellos mismos lo saturaron, lo descuidaron e impulsaron una estrategia para presionar al nuevo gobierno y mantener la construcción de Texcoco”, dice un alto funcionario del gabinete. 
 
Más aún, algunos de los accionistas de Aeroméxico formaron parte de las campañas ‘negras’ en contra del fundador de Morena, por las cuales ayer el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación impuso una multa a los creadores del documental Populismo en América, según presumió en sus redes sociales Santiago Nieto. 
 
A esto se suma que en abril la Comisión Federal de Competencia Económica, de Alejandra Palacios, multó a Aeroméxico por incurrir en prácticas monopólicas absolutas en el mercado de transporte aéreo de pasajeros con origen y destino en el territorio nacional. Y, en julio, la Procuraduría Federal del Consumidor, de Ricardo Sheffield, los señalaba como la empresa del sector con mayor número de quejas por parte de los consumidores mexicanos. 
 
Pese a ello –o por ello– Aeroméxico perdió el liderazgo en el mercado doméstico al cierre de junio ante la compañía mexicana Volaris, que dirige Enrique Beltranena.      
 

Fue en 2012 cuando se firmó un acuerdo de servicios aéreos bilaterales entre México y Emiratos Árabes Unidos, con lo que la aerolínea bandera de ese país había buscado entrar al mercado nacional. Su último intento fue en 2018, pero las autoridades de la administración de Enrique Peña Nieto sucumbieron ante los intereses de Aeroméxico y Delta. 
 
Luis Videgaray, exsecretario de Hacienda y ex canciller, es del grupo íntimo de ex directivos de Aeroméxico, como el ex director de Relaciones Institucionales, Abraham Zamora, y el actual CEO de la empresa, Andrés Conesa. 
 
No obstante, con la llegada del nuevo gobierno el panorama cambió. En diciembre de 2018 se reunieron para discutir el tema Ahmed Hatem Al-Menhali, embajador de los Emiratos en México y autoridades mexicanas entre las que estuvieron Carlos Morán Moguel, subsecretario de Transporte de la SCT; Rodrigo Vásquez, director general de la Dirección General de Aeronáutica Civil, y Miguel Peláez, director del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. 
 
Se sabe que el principal accionista de Aeroméxico, Eduardo Tricio Haro, ha tratado el tema con el Presidente, quien le ha dicho que lo va a revisar, pero que “no está en sus manos”. En su calidad de dueño del grupo lechero Lala es como se ha podido acercar a Andrés Manuel López Obrador; en julio, en una reunión con empresarios laguneros, y esta semana en Oaxaca, donde ofreció ayuda para remediar el problema del abasto de agua en la región. 
 
Tricio Haro incluso ha cambiado radicalmente su discurso respecto al gobierno. Durante la transición, dijo sentir temor por decisiones como la cancelación del aeropuerto en Texcoco, y ayer dijo que está alineado con el gobierno y optimista sobre la locación donde se construirá el nuevo aeropuerto, según una nota de El Sol de México. 
 
Como se ve, el tema va más allá de un asunto de competencia desleal. 
 
Cónclave acreditador

Esta semana la Entidad Mexicana de Acreditación, deJesús Cabrera, es el organismo anfitrión de poco más de 80 representantes de 18 países para llevar a cabo la edición número 24 de la Asamblea General de la Cooperación Interamericana de Acreditación, al mando de Liliane Somma. 
 
Naciones como Colombia, Estados Unidos, Brasil, Canadá y México se congregan para exponer el avance y liderazgo en la región en cuanto el tema de la acreditación. Los expertos compartirán los avances y perspectivas de la industria e intercambiarán puntos de vista para fortalecer al sector de la normalización y cumplimiento de normatividades internacionales que garantizan la seguridad de consumidores y usuarios en toda la región, además de ser pieza clave para impulsar el comercio de la misma.
 
Celebración en puerta  

Traxión, de Aby Litszain, está más que lista para celebrar el 45 Aniversario de Auto Express Frontera Norte (AFN), filial al mando de Patricio Pasquel, que comenzó sus operaciones solo con cinco unidades enfocadas al sector automotriz, pero que hoy suma 365 vehículos con los que importa y exporta mercancías en Nuevo Laredo, Manzanillo y Veracruz, puntos clave para el comercio internacional. 
 
Actualmente tiene más de 150 clientes como Daimler Vehículos Comerciales México, Daimler Trucks North América, Grupo KUO, Benteler de México, así como Detroit Diesel Corporation. Recientemente Traxión fue galardonada por operar el 40% de sus unidades con dos profesionales en conducción y normas de seguridad.

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